“El sacerdote no va solo al cielo o al infierno; va acompañado de las personas que ha ayudado o a las que ha escandalizado. Por eso:
- Me apartaré de todo aquello que me distraiga de mi vocación sacerdotal.
- Trabajaré sin descanso a favor del Evangelio.
- Lo haré todo con la paciencia y la dulzura de san Francisco de Sales.
- Cada día dedicaré un tiempo a la oración personal.
- Me mantendré siempre disponible a los demás, sobre todo en lo referente a la educación de la fe”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario