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martes, 31 de mayo de 2011

Verdadero aspecto de la Música Sacra, carta de Benedicto XVI



CIUDAD DEL VATICANO, martes 31 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la Carta que el Papa Benedicto XVI ha dirigido al Pontificio Instituto de Música Sacra, con motivo del centenario de su fundación, y que ha sido hecha pública hoy por la Santa Sede.

* * * * *

Al venerado Hermano
cardenal Zenon Grocholewski
Gran Canciller del Pontificio Instituto de Música Sacra

Han transcurrido cien años desde cuando mi santo predecesor Pío X fundó la Escuela Superior de Música Sacra, elevada a Pontificio Instituto tras veinte años por el Papa Pío XI. Esta importante efeméride es motivo de alegría para todos los cultivadores de la música sacra, pero más en general para cuantos, a partir naturalmente de los Pastores de la Iglesia, dan peso a la importancia de la Liturgia, de la que el canto sacro es parte integrante (cfr Conc. Ecum. Vat II, Const. Sacrosanctum Concilium, 112). Estoy por tanto particularmente contento de expresar mis verdaderas felicitaciones por este evento y de formularle a Usted, venerado Hermano, al Director y a toda la comunidad del Pontificio Instituto de Música Sacra mis votos cordiales.

Este Instituto, que depende de la Santa Sede, forma parte de la singular realidad académica constituida por las Universidades Pontificias romanas. De modo especial, está vinculado al Ateneo San Anselmo y a la orden benedictina, como atestigua también el hecho de que su sede didáctica esté colocada, desde 1983, en la abadía de San Girolamo in Urbe, mientras que la sede legal e histórica sigue estando en Sant’Apollinare. Al cumplirse el centenario, el pensamiento va a todos aquellos – y solo el Señor les conoce perfectamente – que cooperaron de alguna forma en la actividad de la Escuela Superior, antes, y después del Pontificio Instituto de Música Sacra: desde los Superiores que se sucedieron en su dirección, a los ilustres profesores, a las generaciones de alumnos. A la acción de gracias a Dios por los múltiples dones concedidos, se acompaña el reconocimiento por cuanto cada uno ha dado a la Iglesia, cultivando el arte musical al servicio del culto divino.

Para captar claramente la identidad y la misión del Pontificio Instituto de Música Sacra, es oportuno recordar que el Papa san Pío X lo fundó ocho años después de haber emanado el Motu proprio Tra le sollecitudini, del 22 de noviembre de 1903, con el que llevó a cabo una profunda reforma en el campo de la música sacra, volviendo a la gran tradición de la Iglesia contra las influencias ejercidas por la música profana, especialmente operística. Esta intervención magisterial necesitaba, para su realización en la Iglesia universal, de un centro de estudio y de enseñanza que pudiese transmitir de modo fiel y cualificado las líneas indicadas por el Sumo Pontífice, según la auténtica y gloriosa tradición que se remonta a san Gregorio Magno. En el arco de los últimos cien años, esta Institución ha por tanto asimilado, elaborado y transmitido los contenidos doctrinales y pastorales de los Documentos pontificios, como también del Concilio Vaticano II, concernientes a la música sacra, para que puedan iluminar y guiar la obra de los compositores, de los maestros de capilla, de los liturgistas, de los músicos y de todos los formadores en este campo.

Un aspecto fundamental, particularmente querido para mí, deseo poner de relieve a este propósito: cómo desde san Pío X hasta hoy se percibe, a pesar de la natural evolución, la sustancial continuidad del Magisterio sobre la música sacra en la Liturgia. En particular, los Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, quisieron reafirmar el fin de la música sacra, es decir, "la gloria de Dios y la santificación de los fieles" (n. 112), y los criterios fundamentales de la tradición, que me limito a recordar: el sentido de la oración, de la dignidad y de la belleza; la plena adhesión a los textos y a los gestos litúrgicos; la implicación de la asamblea y, finalmente, la legítima adaptación a la cultura local, conservando al mismo tiempo la universalidad del lenguaje; la primacía del canto gregoriano, como modelo supremo de música sacra, y la sabia valoración de las demás formas expresivas, que forman parte del patrimonio histórico-litúrgico de la Iglesia, especialmente, pero no solo, la polifonía; la importancia de la schola cantorum, en particular en las iglesias catedrales. Son criterios importantes, que hay que considerar atentamente también hoy. A veces, de hecho, estos elementos, que se encuentran en la Sacrosanctum Concilium, como, precisamente, el valor del gran patrimonio eclesial de la música sacra o la universalidad que es característica del canto gregoriano, se consideraron expresiones de una concepción que respondía a un pasado que superar y descuidar, porque limitaba la libertad y la creatividad del individuo y de las comunidades. Pero tenemos que preguntarnos siempre de nuevo: ¿quién es el auténtico sujeto de la Liturgia? La respuesta es sencilla: la Iglesia. No es el individuo o el grupo el que celebra la Liturgia, sino que es ante todo acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su historia, su rica tradición y su creatividad. La Liturgia, y en consecuencia la música sacra, "vive de una relación correcta y constante entre sana traditio legitima progressio, teniendo bien presente que estos dos conceptos – que los Padres conciliares claramente subrayaban - se integran mutuamente porque “la tradición es una realidad vive, que por ello incluye en sí misma el principio del desarrollo, del progreso” (Discurso al Pontificio Instituto Litúrgico, 6 de mayo de 2011).

Todo esto, venerado Hermano, forma, por así decirlo, el "pan cotidiano" de la vida y del trabajo del Pontificio Instituto de Música Sacra. Sobre la base de estos sólidos y seguros elementos, a los que se añade una experiencia ya secular, os animo a llevar adelante con renovado ímpetu y compromiso vuestro servicio en la formación profesional de los estudiantes, para que adquieran una seria y profunda competencia en las diversas disciplinas de la música sacra. Así, este Pontificio Instituto seguirá ofreciendo una contribución válida para la formación, en este campo, de los pastores y de los fieles laicos en las diversas Iglesias particulares, favoreciendo también un adecuado discernimiento de la calidad de las composiciones musicales utilizadas en las celebraciones litúrgicas. Para estas importantes finalidades podéis contar con mi solicitud constante, acompañada por el particular recuerdo en la oración, que confío a la intercesión celestial de la Beata Virgen María y de santa Cecilia, mientras, augurando copiosos frutos de las celebraciones centenarias, de corazón le imparto a usted, al director, a los profesores, al personal y a todos los alumnos del Instituto una especial Bendición Apostólica.

En el Vaticano, 13 de mayo de 2011

BENEDICTUS PP. XVI

Solemnidad de Santa María Reina


Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?

De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.

La Iglesia no acepta integrar una comisión sesgada sobre el Valle de los Caídos


 El gobierno puede engañarse a sí mismo y a los ciudadanos pretendiendo que la Comisión creada tiene algún tipo de legitimidad.

El cardenal Rouco ha decidido que la Iglesia en España no va a dar legitimidad alguna a los trabajos de la Comisión de expertos elegidos por el gobierno para estudiar el futuro del Valle de los Caídos. Aunque en un principio se había optado por nombrar a dos personas que representaran a la Iglesia en dicha comisión, el gobierno sólo aceptó uno de los nombres propuestos por la Iglesia, Mons. Fernando Sebastián, y además quiso imponer a un religioso afín a la ideología gubernamental. El presidente de la Conferencia Episcopal, junto con Mons. Sebastián, se negó a formar parte de semejante apaño.
El gobierno puede engañarse a sí mismo y a los ciudadanos pretendiendo que la Comisión creada tiene algún tipo de legitimidad. Sin embargo, si el futuro del Valle se va a decidir sin contar con la opinión de la Iglesia, al no haber aceptado ésta las imposiciones gubernamentales injustas y arbitrarias, es claro que la decisión que se tome será sólo fruto del sectarismo de un gobierno anticlerical, que en vez de solucionar los problemas de España se dedica a abrir heridas pasadas y a crear conflictos donde no los hay.
El uso político del Valle ha sido siempre una de las excusas del gobierno para intervenir en el Valle y para crear esta comisión, pero ya no tiene sentido, pues la ley de Memoria Histórica impide dicho uso. Y no puede olvidarse que la razón fundamental de la creación del complejo monumental del Valle, con la abadía benedictina y la gran Cruz presidiéndolo todo, fue precisamente la de que fuera símbolo de la reconciliación entre las dos Españas que se enfrentaron en una guerra fratricida. Una reconciliación que hizo posible la Transición. Una reconciliación por la que los benedictinos del Valle rezan constantemente y que hoy pone en peligro un gobierno moribundo, que se resiste a pasar a la historia sin hacer, antes de irse, más daño del ya hecho a la nación española.

Fuente: Infocatólica

lunes, 30 de mayo de 2011

Santa Juana de Arco


"Los hombres pelean; sólo Dios da la victoria".

Santa Juana de Arco

Pontifical en Modena

 
El próximo domingo 12 de junio de 2011 a las 11 horas 
en la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo de Módena 
Via Fratelli Rosselli, n. 180 

SANTA MISA PONTIFICAL 
según la forma extraordinaria del Rito Romano
 
celebrada por Su Eminencia Reverendísima
 CARDENAL RAYMOND BURKE
Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica

San Fernando III, Rey de Castilla

  

Uno de los más grandes hombres del siglo XIII y el más santo de los reyes hispánicos. Llena la primera mitad del mentado siglo, con su vida ejemplar, su intensa piedad religiosa, su prudencia de gobernante y su heroísmo de conquistador audaz. No conoció en sus empresas la derrota, ni el fracaso; siempre, al contrario, fueron coronadas por el triunfo y la gloria. Es modelo de santo seglar, de militar impertérrito, de cruzado valeroso de la fe. Meticuloso palaciego, músico, poeta, y en todo y siempre gran señor y perfecto caballero. — Fiesta: 30 de mayo. Misa propia.
Hijo de un ilegítimo matrimonio real entre Alfonso IX de León y su sobrina Doña Berenguela, que, realizado y consumado sin consentimiento de Roma, fue anulado por Su Santidad Inocencio III, aunque legitimando, no obstante, por Bula pontificia, al niño, fruto de tal enlace.
Nace en las postrimerías del siglo XII, entre los esplendores de la corte de León y crece en sus primeros años, venturosos y felices, acariciado por los cuidados de su madre, mujer virtuosa y ejemplar. Cuando apenas tiene diez años, una grave enfermedad pone su existencia en trance de muerte. Los médicos desesperan de salvarlo. Entonces la madre toma en sus brazos al pequeño, cabalga con él hasta el Monasterio de Oña, reza y llora durante toda una noche ante una imagen de la Virgen, y «el meninno empieza a dormir, et depois que foi esperto, luego de comer pedia», rezan las crónicas reales.
A los quince años, mientras es proclamado por las Cortes heredero del reino, es confirmada la anulación del matrimonio real de sus padres. Reclúyese Doña Berenguela en el Monasterio de Las Huelgas, en Burgos, donde Fernando la visitará con frecuencia.
Un accidente casual ocurrido a su tío Enrique I le hace rey de Castilla, apenas cumplidos sus dieciocho años. La verdadera heredera de la Corona de Castilla es su madre, pero en esta ocasión brillan de manera singular las grandes dotes de esta excepcional mujer: llama a su hijo junto a sí, convoca Cortes en Valladolid y se hace proclamar Reina; mas, tomando enseguida la corona que resplandece en su frente, la coloca sobre las sienes de Fernando, desconcertando con esta clarividente decisión las apetencias del monarca leonés al trono de su esposa. Poco más tarde, esta sucesión real es confirmada solemnemente en el Monasterio de Santa María de las Huelgas, donde su propia madre ciñe al hijo la espada de Fernán González, armándole caballero.
Tal real decisión no es por todos acatada. Surge conflicto con ciertos nobles, que son fácilmente vencidos. Surge otro más grave con el padre, Alfonso IX, que también, por fin, capitula, renunciando a llamarse Rey de Castilla. Es cierto que declara a Fernando desheredado del reino de León; pero llegada la hora histórica, es decir, la muerte de Alfonso, es tanta la simpatía del hijo y tan espontáneo el afecto que inspira a todos, que toma posesión de la segunda corona de un modo absolutamente pacífico, iniciando de este modo la unión definitiva de León y Castilla.
Fernando III casó dos veces: su primera esposa fue Doña Beatriz de Suabia, princesa alemana; la segunda, Juana de Ponthieu. Ambas le dieron hijos.
Como rey, tuvo la obsesión de la justicia; era amable, pero recto y firme en todos sus actos. Fue asimismo un gentil señor, en la más alta acepción de la palabra: palaciego finísimo, jinete elegante y diestro en las carreras, versado en los juegos nobles, incluso en los de salón, como el ajedrez; amante de la música y excelente cantor. Se le atribuyen algunas cantigas dedicadas a la Virgen, su gran pasión y amor desde que su madre le contara cómo le había salvado siendo niño. Fomentador de las artes todas, favoreció con esplendidez al entonces naciente estilo gótico, debiéndose a su impulso las mejores catedrales de España: Burgos, Toledo, León, Palencia...
Tuvo también las dotes de conquistador intrépido y de caudillo insigne, siempre victorioso. En este aspecto, solo puede comparársele con su consuegro Jaime el Conquistador, el gran monarca de Aragón y Cataluña. Sus campañas contra la morisma, le dieron la victoria siempre, en casi toda Andalucía y Murcia, cuyos reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y otros pequeños gobiernos taitas, desaparecen bajo el impulso de su espada, ensanchándose con su unión los horizontes de Castilla. Solamente Granada queda en pie, mas obligada a pagar tributo y rendir vasallaje.
Brillan en nuestro Rey Santo las tres grandes virtudes militares: la rapidez, la prudencia y la perseverancia. Cuando sus enemigos le creen muy lejos, a las márgenes del Duero, en su corte, aparece de repente ante los muros de Córdoba.
Domina el arte de sorprender y desconcertar, aprovechando todas las coyunturas políticas del adversario; organizando con estudio y parsimonia sus grandes y decisivas campañas, prolongando, si preciso es, los asedios con tal de economizar sangre.
El sitio y la conquista de Sevilla tras veinte meses de asedio, son una de las más notables empresas militares de aquellos tiempos; allí debió enfrentarse con decisión y valor enérgico hasta con el desánimo que el calor y la enfermedad producían en muchos de los suyos.
Junto a este aspecto, de militar y conquistador, que pudo haber llevado a efecto la unión total de la patria en su época, debe recalcarse su acción de gobernante, de la que apenas hacen mención los historiadores, o sea: sus relaciones con la Iglesia y los prelados; con los nobles y magnates; su administración de justicia y ejemplares relaciones con los demás reyes peninsulares cristianos; su impulso a la codificación y reforma del derecho; su protección a las artes, ciencias y para la creación de nuevos Centros y Universidades... En estos aspectos fue su reinado tan ejemplar y de subidos quilates de perfección, que sólo es comparable luego con el de la gran reina Católica.
Puede decirse, sin embargo, que Fernando supera a ésta en muchos aspectos: prudencia máxima y caballerosidad, en exceso, con sus enemigos los reyes musulmanes. Vencido su adversario, no se vuelve contra éste; guarda las treguas y los pactos, pensando quizá poder ganarlos con esta conducta para la fe cristiana. Algunos de ellos, en efecto, así evolucionan; el rey de Baeza le entrega en rehén a su hijo, y éste, convertido al cristianismo, es luego uno de los pobladores de Sevilla, sospechándose fundadamente fuera el propio rey su padrino de bautismo. Gracias a su intervención personal ante el Emir de los benimerines en Marruecos, el Papa Alejandro IV pudo enviar un legado al Sultán.
Fue, también, el verdadero creador de la marina de guerra de Castilla; e instituyó, en germen, los futuros Consejos del Reino o actuales de ministros, al designar un colegio de doce varones doctos y prudentes que le asesoraran y con quienes consultar las graves cuestiones de Estado.
En medio de sus innumerables y siempre victoriosas campañas militares y laboriosas gestiones de buen gobierno, brilla con singular esplendor su piedad intensa y ferviente devoción a la Virgen María.
Considerábase caballero de Dios, llamábase siervo de Santa María y tenía a grande honor el título de Alférez de Santiago. Llevaba siempre consigo una pequeña imagen de la Virgen, en el arzón de su montura, cuando cabalgaba; a la cabecera de su cama, mientras dormía; ante la cual pasaba largas horas arrodillado, en los momentos más difíciles.
La entrada y conquista de Sevilla no fue, según nuestro Santo, triunfo del conquistador, sino merced especial de Santa María, y a gloria suya se dedicó el cortejo: las naves de Ramón Bonifaz cubrían el río engalanadas y empavesadas; brillaban las armaduras de los guerreros al reluciente sol andaluz y resonaban los himnos sagrados, mientras, cerrando la marcha y en carroza triunfal, adornada con joyas, tapices y brillantes, iba la Virgen victoriosa, porque «grandes mercedes e honras e bienandanzas —diría el rey luego—, nos fizo et mostró Aquel que es comienzo e fuente de todos los bienes, non por los nuestros merescimientos mas por la sua gran bondad, e por los merescimientos de Cristo, cuyo caballero somos, e por los ruegos de Santa María, cuyo siervo nos somos».
Fernando III de Castilla fue un santo rey, que alcanzó las cumbres más altas de la perfección, santificando las menores acciones de su vida y dedicando a la piedad y devoción mariana más intensa y ferviente todo momento y ocupación.
Al terminar la Cruzada y Reconquista con la entrada triunfal en Sevilla, mientras una primera expedición castellana pone pie en África y nuestro rey planea el paso del estrecho y asentamiento definitivo en aquel continente, cae herido de muerte, por agotamiento de pesares y trabajos continuados.
Al saber próximo su fin e imitando a los grandes penitentes, postrado sobre un montón de cenizas, con una soga al cuello, pide perdón a todos los presentes, dando sabios consejos a su hijo y deudos, con la candela encendida en la mano.
Un resplandor celeste ilumina ya su rostro. «El tránsito de San Fernando, dice Menéndez y Pelayo, oscureció y dejó pequeñas todas las grandezas de su vida”.
Tal fue la vida exterior y la santa muerte del más grande de los reyes de Castilla, «atleta y campeón invicto de Jesucristo», según los Papas Gregorio IX e Inocencio IV. «De la vida interior —volvamos a Menéndez y Pelayo— ¿quién podría hablar dignamente sino los ángeles, que fueron testigos de sus espirituales coloquios y de aquellos éxtasis y arrobos que tantas veces precedieron y anunciaron sus victorias?»

Misa Tradicional en Daimiel


El próximo domingo día 5 de junio se celebrará (Dios mediante) la Santa Misa Tradicional en Daimiel en la Iglesia de los Padres Pasionistas (Santo Cristo de la Luz) a las 18.30 h.
Oficiará la Santa Misa el Rvdo. Padre Luis María Canale de la Hermandad Sacerdotal San Pío X.

domingo, 29 de mayo de 2011

Canonizaciones en la Liturgia Tradicional


 Pintura mural de una canonización en los Palacios Apostólicos



 Canonización por Pablo VI de los Mártires de Uganda


 Canonización de Santos Jesuitas, Iglesia de Il Gesú de Roma


Canonización de San Juan de Dios,  San Pascual Bailón, 
San Lorenzo Justiniano, San Juan de Sahagún y 
San Juan de Capistrano, por Alejandro VIII. 
Detalle de la tumba de Alejandro VIII, Basílica de San Pedro.


Jaula fechada en 1767 con el escudo de  Clemente XIII, 
Colección Doria Pamphilj 
 

Barrilete con escudo de Inocencio XII, 1691-1700
Colección Doria Pamphilj 
 

 Diferentes jaulas, barriletes y panes de varios Papas
Pío XI, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI

 Pan con el escudo de Pablo VI

 Barrilete con el escudo de Pío XII

 Barrilete en primer término con el escudo de Pío XI, 
en segundo plano con el escudo de Pío XII. 
Al fondo pan con el escudo de Juan XXIII.


Traemos una traducción de un colaborador nuestro, de un libro del XVII, sobre el rito de Canonización en la Liturgia Tradicional, donde se hacían ciertas ofrendas como vemos en las fotografías publicadas y aquíen el texto se detalla su ceremonia y significado:

"El procurador tradicionalmente oficiaba en las ceremonias de canonización, presentando el caso para la santificación del beatificado al Papa en una ceremonia que requería la ofrenda de 3 pares de regalos esenciales, aunque se podían hacer hasta 5. Los llevaban tres pares de Cardenales-Diáconos, Cardenales-Presbíteros y Cardenales-Obispos. Las ofrendas eran pan, palomas y vino. Inicialmente se presentaban al Papa velas, con tórtolas, también estaban permitidos los pájaros pequeños.
El Cardenal-Procurador estaba flanqueado por dos Cardenales-Diáconos portando dalmáticas y mitras de damasco blanco. Las primeras ofrendas hechas al Papa eran las velas,que le eran presentadas en la Capilla Sixtina durante el canto del Ave Maris Stella en su salida para la Basílica de San Pedro. Él recibía velas y otras ofrendas cuando era elevado en la silla gestatoria durante el Ofertorio de la misa de Canonización.
Cada Cardenal era acompañado por un par de religiosos,y precedidos por dos señoresdos señores del Cardenal-Obispo, cubren sus manos con paños blancos, sosteniendo dos velas de sesenta libras de cera, una con una imagen elegantemente pintada del candidato a la santidad. El procurador seguido del Cardenal-Obispo en la procesion de las ofrendas. Ellos seguidos y ayudados por el Maestro de Ceremonias. Después vienen dos clérigos de la misma orden religiosa que el candidato a la santidad, uno lleva una pequeña vela, el otro una jaula con un par de palomas. de su escogimiento. Los
Después de este grupo, los dos señores del Cardenal-Sacerdote traen pan en un navío dorado y en un navío  plateado, ambos con las armas del Papa y colocados en un plato dorado de madera. Estos hombres son acompañados por dos religiosos de la misma orden que el beatificado, uno portando una vela pequeña y el otro una jaula con tortolas.
Los dos señores del Cardenal-Diácono vienen después con dos pequeños barriles de vino, uno dorado y el otro plateado, entonces un par de religiosos, uno con una vela el otro con una jaula de pájaros pequeños. En la presentación de las ofrendas al Papa, los señores besan su mano, los sacerdotes sus pies. La función específica del Cardenal-Diácono era tomar cada barril de vino de los dos señores de su escogimiento para presentarlos al Papa inclinandose y besando la mano del Papa subiendo al Trono Papal.

Las Ofrendas: Su significado en la Liturgia.
Las ofrendas, que son una parte imprescindible de la ceremonia de canonización, reitera las numerosas oblaciones del Antiguo y Nuevo Testamento, como el ofrecimiento de Caín y Abel, de Noé, de Moisés, de los Reyes Magos, como hecho explícito en el folleto publicado para describir las celebraciones de Ottoboni. La cera era el símbolo de la humanidad perecedera de Cristo, y la vela significa el esplendor de la vida del nuevo santo, brillando como ejemplo para los fieles. La llama también representa el amor de los los fieles a Dios, y el fuego de la Caridad. El pan mandado a sacrificios antiguos, para el sustento humano, y el Pan vivo del Cuerpo de Cristo. El vino también alude a las prácticas sacrificiales de la antigüedad. Como producto del fruto del vino místico, esto es el vino de la devoción, de la caridad y del remordimiento.
Las palomas hacen referencia al Espíritu Santo, y también simbolizan la paz después del diluvio. Las tórtolas, la ofrenda de Abraham, simbolizan la fidelidad. Para Salomon representan la carne del Salvador; para William Durandus la pareja de tórtolas significan pureza de mente y pureza de cuerpo.También indican la soledad de la vida de corazón y contemplativa. Los otros pájaros representan la caridad y el ardiente amor de Dios. Para San Gregorio los pájaros representan las almas de los justo"

"Cardinal Pietro Ottoboni (1667-1740) and the Vatican tomb of Pope Alexander VIII"   de Edward J. Olszewski

sábado, 28 de mayo de 2011

Aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen del Prado, Patrona de Ciudad Real




Nos vemos obligados a eliminar, al menos temporalmente las imágenes, del citado Sr. Carmelo Sánchez, por las amenazas de su hija de una posible demanda, absolutamente injustificada.

Flaco favor hacen a la memoria de este personaje y de su obra, así como a la divulgación de la devoción de la Santísima Virgen del Prado. Este blog es leído por miles de lectores al mes, de todos los logares del mundo, convirtiéndose en referente en cuanto a Liturgia Tradicional se refiere.


El domingo 28 de mayo de 1967, en la Plaza Mayor de Ciudad Real, era coronada canónicamente por el Sr. Obispo-Prior de las Órdenes Militares, Don Juan Hervás y Benet, de feliz memoria, la Santísima Virgen del Prado, Patrona de Ciudad Real. En la Santa Misa, ya Novus Ordo, se dio lectura a la Bula Papal de Pablo VI donde se otorgaba la Coronación Pontificia.

Al acto asistieron numerosas autoridades militares, civiles y religiosas. El Sr. Obispo Auxiliar de Toledo (con Ferraiolo) Monseñor Anastasio Granados, asistió en representación del Cardenal Primado de España, así como otros Obispos.

Proyecto para un nuevo baldaquino para las celebraciones en la Plaza de San Pedro



No hace mucho presentaron a la Santa Sede un proyecto, realizado por el arquitecto italiano Andrea Pacciani, para sustituir el actual dosel situado en la Plaza de San Pedro para las celebraciones al aire libre, de bastante poca concordancia con la Plaza y con la belleza de la arquitectura sacra. Esperemos que se construya pronto.

La desobediencia al Papa, infidelidad a Cristo


Queremos traer un artículo muy interesante publicado en Página Católica, que recoge una realidad más que conocida. 

No pasa un día en que un obispo, incluso un cardenal, haga o diga cosas contrarias a las disposicionaes del Papa. La rebeldía, expresada por algunos progresistas reaccionarios, y la sucinta en los que mantienen las formas, pero que incluso opinan peor que aquellos, está en puja. 

La colegialidad, y el gusto por llamar al Sumo Pontífice sólo por su título de Obispo de Roma para equipararse con él, es un obispo más, con un reconocimiento de honorabilidad, y hacer de sus diócesis su taifa personal: "Aquí mando yo, el Papa que mande en Roma". Clara desobediencia de aquellos que se les llena la boca de la falsedad de decir que imitar a Cristo es su único motor, habría que preguntar a qué Cristo siguen ellos, porque a Cristo Obediente no, está más que claro.

Es necesario, poner en realce la Primacía del Vicario de Cristo, y la obligación de obediencia de los Obispos de la Iglesia a su autoridad emanada de Pedro. Máxime en los documentos en los que el Papa tiene la infabilidad, ya aclarada en el Vaticano I. 

No pocas veces pensamos que la actitud de no pocos sacerdotes y obispos, es más cismática que la actitud de otros cismáticos. Lo peor de todo es la confusión y el escándalo para los fieles... 

Os dejamos el artículo:


¿El Papado en su hora más dramática?

Si no se pone en caja a los Cardenales Rebeldes,
la autoridad papal quedará seriamente dañada

"No voy a administrar la Confirmación según el Rito Antiguo"
Cardenal Karl Lehmann
 
 
¡Que sea acatada sin restricciones!


La revolución protestante, no se acaba en la rebelión religiosa encabezada por Lutero sino que incluye otros factores necesarios para su triunfo. Los príncipes alemanes, grandes electores del poder imperial, vieron en la protesta del monje de Wittemberg la posibilidad de emanciparse del Emperador del Sacro Imperio Románico Germánico; por eso lo apoyaron, comenzando una serie de graves guerras que durarían 100 años, dejarían diezmada a Europa y dividirían definitivamente la Cristiandad, asestándole un golpe mortal. Una vez reducido o eliminado el poder imperial, la última garantía de sus súbditos contra el abuso de los señores dejó de existir.
 
Análogamente, así como se comenzó la destrucción de la Cristiandad, aquel cuerpo en el que tenía vigencia el Reinado Social de Jesucristo, atacando al Emperador en su carácter de vicario de Cristo en el Orden Temporal, así tambien, los enemigos que maquinan la destrucción del Cristianismo, vienen ejecutando planes de larga data para eliminar el Papado o, en su defecto, reducirlo a la impotencia. Por lo que se ve, algún éxito han tenido.


Basta recordar que, a modo de ejemplo, hasta el Beato Pío IX, el Papa era el Soberano Temporal de Roma y de los Estados Vaticanos, de los que fue despojado con el apoyo de la Masonería. Basta recordar también, que al ser transmitida una disposición de San Pío X o del Siervo de Dios Pío XII, era difícil oír públicamente alguna discrepancia, aunque luego sotto voce algunos se le opusieran. Hoy dia, hasta los jesuitas, que tienen como cuarto voto la obediencia directa al Papa, lo contradicen públicamente.
 
A raíz del accionar del adversario, uno de los puntos de mayor polémica durante el Concilio Vaticano II, fue el tema de la Colegialidad Episcopal. A punto tal que se hizo necesaria una intervención directa del Papa para que las cosas no salieran de quicio.
Pero ya la cizaña estaba sembrada, y si bien los Obispos forman un Colegio como sucesores de los Apóstoles, cuya cabeza es el Santo Padre sin el que nada pueden hacer, muchos actúan como si el Vicario de Cristo fuera uno más de ellos. Claro que por guiar la Iglesia que presidió San Pedro, se le debe cierta consideración ... honorífica, pero nada más que eso. Por eso a los progresistas se les cae la baba por llamarlo: Obispo de Roma. "Obispo", es decir, uno más de nosotros.
 
Cabe pensar si a la descomposición litúrgica que siguió al Concilio, aún en acelerado curso, no corresponde también la desintegración de la autoridad, que va provocando está lenta disgregación del Cuerpo Eclesial.
Cómo no pensar que si la sabia, es decir la Liturgia y la Doctrina que viven nutriéndose recíprocamente, se distorsionan, se secan, y aún mueren, no se secará también la vida de la Iglesia que pierde el alimento de ellas derivado. ¿O es que se espera que obedezcan los que son capaces de reducir la Sagrada Liturgia a un circo de mal gusto... por desobediencia?
 
Y un día Pedro se quitó la Tiara. Seguramente lo habrá hecho por modestia, pero cabe pensar si tal actitud no habrá sido tomada como "la señal de los festejos". Porque desde aquellos tiempos, en que "el humo de satanás ha entrado en el Templo de Dios", hay un crescendo de desdén y de desobediencia hacia la autoridad Papal, que parece reducida a su mínima expresión.
Autoridad que, por ejemplo, se vio obligada a aceptar la rebelión Holandesa, que terminó imponiendo, en el universo mundo, la desgraciadísima y sacrílega costumbre de comulgar en la mano.
 
Los "Nuevos Príncipes Protestantes" están de fiesta desde algunas décadas atrás. Tienen al emperador jaqueado, mientras ellos meten mano en sus territorios donde hacen lo que se les viene en su real gana. Y eso suele ser frecuentemente el abuso litúrgico, y también el de autoridad. Total, mientras el Jefe está lejos y desarmado por nuestra infidelidad, nosotros tenemos la sartén por el mango; así que: ¡Los fieles a aguantar!
 
Probablemente así pensará, por ejemplo el Cardenal Bergoglio, que ha negado sistemáticamente todos los pedidos de aplicación del Motu Proprio en su Arquidiócesis (como se ha informado aquí), disciplinando a los sacerdotes que quisieron cumplirlo.
 
Probablemente también, así pensará el Cardenal Karl Lehmann, Obispo de Mainz, que ha tenido la desfachatez de decir, ver aquí, apenas promulgada la Instrucción Universæ Ecclesiæ:

 "¿Administrar la Confirmación en el Rito Antiguo?: No lo voy a hacer. Creo que es una tontería de los fieles el pedirlo. Los que lo deseen que se vayan a otro lado".
 
¡Bravo, señor Cardenal! ¿Dónde quedan los derechos de los laicos y su condición de pueblo de Dios, que tanto predica el progresismo?
 
Se recordará que en vísperas de ser Mons. Lehmann elevado a la púrpura, el Vaticano tuvo que hacer una extensión a la lista original de cardenales que presentara con anticipación, para incluirlo. Dicen que el entonces Cardenal Ratzinger le pidió, de rodillas, a Juan Pablo II que no lo creara. No sabemos si es verdad, o el rumor se generó debido al extraño procedimiento de corregir una nómina de próximos cardenales ya publicada, pero si así hubiera sido no se equivocó.
 
Si esta rebelión contra disposiciones tan queridas por el Santo Padre, tan necesarias para el bien de la Iglesia, y tan publicitadas por los medios, aún los profanos, se extiende y profundiza, se debilitará aún más la autoridad Papal, con consecuencias gravísimas. Lo saben los enemigos de la Iglesia que realizan estas campañas.
 
La solución no podrá venir de abajo sino desde la Cima: de Dios que ha prometido a su Iglesia la victoria final contra las puertas infernales. Pero también de arriba porque es necesario que el Papado sea restaurado en todas sus prerrogativas para que aquella se verifique. Aún en el caso de los tiempos finales, en los que está predicho que no abundará la fe sobre la tierra, el pequeño rebaño resultante ha de estar firmemente unido junto a Pedro, para que lo guíe hasta el "lugar" donde vendrá el Señor.
 
Roguemos, pues, que los rebeldes cesen en su insensato accionar, y sea respetada y acatada cabalmente la autoridad del Vicario de Jesucristo. De otro modo: ¡que se levante Pedro y los desbarate con su báculo!

viernes, 27 de mayo de 2011

Esplendor de la Liturgia en el Convento de Carmelitas de Cocesa di Trezzo sull'Adda



 Domingo de Resurrección









 Vigilia Pascual




 Viernes Santo







Juaves Santo

Esplendor de la liturgia en el Triduo Sacro en el Santuario de la Divina Maternidad, Convento de Carmelitas Descalzos, de Concesa di Trezzo sull'Adda, Milán. Los Santos Oficios, Novus Ordo, estuvieron revestidos de una noble sencillez y belleza, en la hermeneútica de continuidad tan deseada por el Santo Padre.

El marco de las celebraciones es, sin lugar a dudas, incomparable, así como los ornamentos tradicionales utilizados. Cunda el ejemplo entre la Orden Carmelita. 

Santuario de la Divina Maternidad

Cardenal Karl Lehmann: "La Confirmación en la Forma Extraordinara es una tontería"


 Cardenal Lehmann orgulloso con su medalla del Carnaval.....


El Arzobispo de Mainz (Maguncia), Cardenal Karl Lehmann, sobre el acceso de los fieles a la antigua liturgia:

Mainz (kath.net) “El hecho de que las personas puedan querer una confirmación según el rito antiguo, creo que es una tontería”. Así respondió el Cardenal Karl Lehmann, Obispo de Mainz, a una pregunta de un lector del foro de "Allgemeine Zeitung".

Aunque no rechazó por completo la Misa en la forma extraordinaria: “Después de todo, hay en nuestra diócesis, cinco o seis grupos con la oportunidad de celebrarla”, dijo el cardenal al periódico. Sin embargo, ¿una confirmación de acuerdo con el rito antiguo?, “No la haré, deben ir a otro lugar”.

No entiendo, qué conocen ellos por obediencia, no sé por qué les gusta tanto hablar de la imitación de Cristo, cuando Cristo sólo supo ser obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz... La adhesión a Pedro la interpretan a su libre albedrío, esto me gusta y esto no, esto se hace y esto no... ¿No critican que la gente se hace la religión a su medida? Pues es justo lo que hacen ellos también, por muy sucesores de los apóstoles que sean... Cada día me convenzo más que el Iscariote tiene descendencia apóstolica...

Las Órdenes Menores


 Un motu proprio de Pablo VI, Ministeria Quaedam (1972), suprimió las Órdenes Menores (ostiario, lector, exhorcista, acólito, subdiácono) eliminando algunas y transformando otras en Ministerios laicales. Otro motu proprio, Summorum Pontificum, de Benedicto XVI las ha restaurado de facto para la Forma Extraordinaria del Rito Romano. En el reciente III Encuentro sobre Summorum Pontificum, el Obispo Scheneider a propuesto restaurar las Órdenes Menores para toda la Iglesia.

Ordenaciones de Diáconos en Ciudad Real




 

Traemos estas instantáneas de unas ordenaciones de diáconos, conferidas por Mons. Juan Hervás y Benet, Obispo-Prior de las Órdenes Militares,  Obispo titular de Dora, Prelado de Ciudad Real. Vemos la belleza de las ordenaciones con la Forma Extraordinaria del Rito Romano, y el antiguo esplendor de la liturgia, que nos llevaba a Dios con los gestos litúrgicos y con los ritos. Esperamos que volvamos a ver en nuestra diócesis aquella misma unción y belleza, totalmente perdidas.

Agradecemos a la familia de Manuel Herrero Piña, por las fotografías.