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miércoles, 11 de mayo de 2011

Nuestros Mártires I -Beato Narciso de Estenaga y Echevarría, Obispo-Prior de las Órdenes Militares-

 



Inauguramos esta sección, con el que fue nuestro santo Pastor, modelo de santidad para todos nosotros.

BEATO MONS. NARCISO DE ESTENAGA y ECHEVARRÍA, obispo. Nació en Logroño el 29 de octubre de 1882 y Fue bautizado el 1 de noviembre, Muy niño todavía, quedó huérfa­no de padre y madre y fue acogido por perso­nas caritativas que lo llevaron a Vitoria. El sa­cerdote D. Joaquín Lamadrid, mártir tam­bién en 1936, había fundado en Toledo un colegio para niños huérfanos o pobres, y llevó a este centro al pequeño Narciso, al que había tenido ocasión de conocer quedando impresionado por su vivacidad de  inteligencia. Bajo la sabia orien­tación de este sacerdote, inició los estudios de carrera eclesiástica en el seminario de Toledo, que culminó con su graduación en su ordenación sacerdotal en 1907.Dadas las cualidades excepcionales que le adornaban, pronto fue nombrado canónigo de la catedral primada. El 20 de noviembre de 1922 fue elegido obispo de Ciudad Real, donde hizo su ­ entrada el 12 de agosto de 1923.Verdadero hombre de espíritu, que transmitía con sus obras y palabras, la actividad del nuevo prelado se extendió a todos los campos.Cuando la situación se complicó, sobre todo a mediados de julio de 1936, y peligraban las personas de Iglesia, algunos amigos ofrecieron, al Sr. Obispo y a su familiar la posibilidad de ponerse a salvo abandonando la diócesis, lo que no aceptaron. Como diría el Prelado: “mi puesto está aquí”. Nuevamente el día 26 ó 27 les ofrecieron la posibilidad de librarse, y su respuesta fue la misma: «aquí está mi puesto”. El 5 de agosto un grupo de milicianos armados asaltaron el obispado, donde él residía, y empezaron un registro meticuloso. El Sr. Obispo defendió el Sagrario de una profanación inminente. En un momento dado amenazaron con matar al Prelado, quien, de rodillas, les dijo: “matadme”. Pero no lo hicieron. El día 12 de agosto los echaron fuera del obispado y los acogió una familia amiga, con quien permanecieron hasta el día 22. Ese día los milicianos asaltaron la casa y se llevaron al Sr. Obispo y a su secretario, que no opusieron la menor resistencia. Los condujeron por el camino de Peralvillo Bajo, hacia el río, donde los asesinaron disparándoles. D. Narciso tenía 53 años. Al día siguiente sus cadáveres fueron vistos por un testigo, que los reconoció. Llevados al depósito del cementerio, los colocaron en dos sencillas cajas de madera y los trasportaron a la sepultura del Cabildo, donde fueron enterrados. El 10 de mayo de 1940 el cadáver de D. Narciso fue sepultado en la catedral. Sus reliquias fueron exhumadas y nuevamente inhumadas privándolas de la veneración popular.

Fotografía Propiedad del Obispado de Ciudad Real

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