Hemos admirado en tu obra la utilidad para todas las iglesias, para que los que ignoran, enseñados por los testimonios de las Escrituras, aprendan con qué veneración deben tomar las cosas santas y servir al ministerio del altar de Cristo, y los sagrados cálices, los santos velos y las demás cosas que pertenecen al culto de la pasión del Señor, no como cosas inanes y sin tener santidad por carencia de sentido, sino que por su contacto con el cuerpo y la sangre del Señor, deben ser venerados con la misma majestad que su cuerpo y su sangre.
(Ep 114, 2, de Teófilo a San Jerónimo).
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