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martes, 18 de octubre de 2011

Encuentros de Asís: ¿en espíritu y en verdad?


Presentamos un resumen de la intervención de Mons. Nicola Bux en el Congreso realizado en Italia sobre la próxima Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia, que se celebrará en Asís el próximo 27 de octubre.
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La interesante intervención de Mons. Nicola Bux ha abierto una ventana sobre cómo los encuentros de Asís han sido erróneamente recibidos por el mundo católico. Es emblemático, al respecto, el ejemplo asombroso del cual habla: “una placa de bronce en el pórtico frente a la basílica inferior de San Francisco de Asís dice: «Joannes Paulus II cunctis in orbis Dei cultoribus in spiritu et veritate convocatis…»; pensaba que conmemoraba una reunión mundial de cristianos. El culto «en espíritu y en verdad» debería ser el que está fundado en el reconocimiento de Jesucristo, el Hijo en el cual Dios se ha revelado plenamente, ha hecho conocer su rostro… En cambio, la placa de Asís no se refiere a los cristianos sino a los representantes de las religiones reunidos en el 2002 para la oración por la paz. Algo ha cambiado. Esa placa muestra una opinión muy difundida entre los católicos: que todas las religiones reconocen, en el fondo, al mismo Dios, y lo adoran en espíritu y en verdad”.

Tal interpretación de los encuentros de Asís no deja dudas sobre la deriva sincretista que afecta al mundo católico: “los cristianos que adoran un Dios personal, reconocido presente, especialmente en el Sacramento del altar, terminan por retroceder a la adoración de un Dios impersonal o incluso de otros dioses. Este pensamiento no católico se ha difundido y confunde a muchos en la Iglesia”.

Las palabras de Mons. Bux muestran no sólo la gran confusión que reina lamentablemente en las mentes de muchos católicos, sino también el hecho de que tal confusión es por desgracia extendida por aquellos que deberían apacentar la grey de Cristo y velar por ella.

Es por eso que se vuelve cada vez más urgente aclarar el significado auténtico de los encuentros de Asís, el único que puede ser compatible con la confesión esencial para todo católico de que Jesucristo es el Hijo de Dios, el único Salvador, fundador de la única Iglesia católica, necesaria para la salvación.

¿Y cuál es este significado? Mons. Bux lo explica con claridad: “El encuentro de las religiones puede tener lugar en el punto originario identificado como el sentido religioso…, el desiderium naturale videndi Deum que la Iglesia reconoce… Sin embargo, se debe convenir con la reflexión del entonces cardenal Ratzinger cuando, refiriéndose al episodio de San Pablo en el Areópago (Hechos 17, 16-34), pone en guardia respecto al optimismo, porque por parte de las religiones también ha venido una negación decidida, cuando no han querido aceptar proseguir el camino o hasta querer volver atrás en la idea de Dios”.

Por lo tanto, no son las religiones las que están en el centro del encuentro de Asís sino el hombre religioso, que manifiesta y encarna la propia religiosidad en formas concretas, formas que ciertamente no son caminos de salvación para aquellos que las practican.

Mons. Bux ha confirmado varias veces su total confianza en el hecho de que el Papa Benedicto XVI, en la modalidad con la cual dirigirá la organización de tal jornada, dará señales claras sobre su cercanía al hombre religioso y sobre la confianza de que pueda colaborar para alcanzar objetivos para una convivencia civil, pero al mismo tiempo de su distancia de toda confusión sincretista o de actos cultuales que sean contrarios al primer Mandamiento.

Mons. Bux precisó también que tampoco “Juan Pablo II, con la reunión de Asís de 1986, quería de hecho difundir el indiferentismo relativista: precisamente él, cuatro años después, en 1990, escribió la Encíclica Redemptoris missio, en la que afirma que una religión no vale la otra (cfr. Redemptoris missio n. 36). Por lo tanto, ni la Onu de las naciones ni una «Onu de las religiones» podrá realizar una unidad más verdadera que aquella que la Iglesia manifiesta, no por virtud propia sino por el misterio de Cristo que se refleja sobre ella: Lumen gentium cum esset Christus (LG n 1)”.

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