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miércoles, 15 de febrero de 2012

San Claudio de la Colombière, SI


Les traemos a nuestros lectores unas bellas palabras escritas por San Claudio, que nos alientan en nuestra lucha infatigable en la defense de la Santa Fe Católica, y de la Santa Tradición, en estos tiempos tan contrarios, y más tristemente en ambientes eclesiales tan adversos. No nos cansaremos de pedir a Dios, la gracia tan anhelada de que otorgue a su Iglesia la fidelidad inquebrantable al Papa, con la obediencia sosegada de aquel que sabe que cumple con la voluntad de Dios, con la docilidad al Magisterio y a la Tradición, como fuentes puras que nos muestran la Verdad, y la reverencia en la Sagrada Liturgia, como adoración con el corazón a Cristo que muere en la cruz para salvarnos. !Qué no nos cansemos!


"Para terminar, me dirijo a aquellas personas que veo inclinadas a los pies del altar, para obtener estas preciosas gracias que Dios tiene tanta complacencia en vernos pedir. Almas dichosas, a quienes Dios da a conocer la vanidad de las cosas mundanas, almas que gemís bajo el yugo de vuestras pasiones y que rogáis para ser librados de ellas, almas fervientes que estáis inflamadas del deseo de amar a Dios y de servirle como los santos le han servido y usted que solicita la conversión de este marido, de esta persona querida, no os canséis de rogar, sed constantes, sed infatigables en vuestras peticiones; si se os rechaza hoy, mañana lo obtendréis todo; si no obtenéis nada este año, el año próximo os será más favorable; sin embargo, no penséis que vuestros afanes sean inútiles: Se lleva la cuenta de todos vuestros suspiros, recibiréis en proporción al tiempo que hayáis empleado en rogar; se os está amasando un tesoro que os colmará de una sola vez, que excederá a todos vuestros deseos.

Es necesario descubriros hasta el fin los resortes secretos de la Providencia: La negativa que recibís ahora no es más que un fingimiento del que Dios se sirve para inflamar más vuestro fervor. Ved cómo obra respecto a la Cananea, cómo rehúsa verla y oírla, cómo la trata de extranjera y más duramente aún. ¿No diréis que la importunidad de esta mujer le irrita más y más? Sin embargo, dentro de Él, la admira y está encantado de su confianza y de su humildad; y por esto la rechaza. ¡Oh clemencia disfrazada, que toma la máscara de la crueldad con qué ternura rechazas a los que más quieres escuchar! Guardaos de dejaros sorprender; al contrario, urgid tanto más cuanto más os parezca que sois rechazados". 



Fragmento tomado de
"El Abandono confiado a la Divina Providencia"
de San Claudio de la Colombière

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