"¡ Oh Padres míos! Bienaventurados somos si sabemos conocer y nos queremos aprovechar del gran precio y estima con que somos honrados de Dios. Y ¡ ay! ¡ ay! ¡ ay de nosotros si, siendo tan preciados. de Él, ni nos preciamos a nos, ni lo preciamos a Él! ¡ Oh palabra que hiere más que afilada espada, la que dijo el Señor a los sacerdotes pasados, por el Profeta Malachías (1, 6): Filius honorat patrem, et servus dominum suum. Si ergo pater ego sum, ¿ubi est honor meus?, et si dominus ego sum, ¿ubi est timor meus? Dicit Dominus exercitum ad vos, o sacerdotes, qui despicitis nomem meum. ¡Que te desprecian, Señor, tus sacerdotes! ¡ Los tan privados de Ti, los que te deben tan justamente servicio, los levantados de Ti sobre dignidad de ángeles, siendo Tú honra de ellos, y ellos deshonra de Ti! Nunca cosa tan fea se vio, oyó ni obró. Y si de aquéllos se queja Dios, y con mucha razón, ¿qué hará de nos que somos más beneficiados que aquéllos, y era razón que escarmentáramos en el castigo de aquéllos? Conozcamos, Padres, que no respondemos al Señor con el precio y honra que era razón; no añadamos pecados sobre pecados, como aquellos respondieron: In quo despeximus te? No plega a Dios que sobre nuestros pecados se añada también ceguedad de no conocerlos.
¡ Oh, qué gran negocio es incensar y ofrecer este sacrificio, y andar estas dos cosas juntas! Porque para hacerse bien y ser valerosas, no se ha de apartar una de otra. El incensar es orar; y aquél ha de tener por oficio el orar, que tiene por oficio el sacrificar; pues es medianero entre Dios y los hombres para pedirle misericordia, y no a secas, sino ofreciéndole el don que amansa la ira, que es Jesucristo nuestro Señor".
San Juan de Ávila
De las Pláticas a Sacerdotes
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