"Al imperio de las palabras de la Misa: ‘Este es mi cuerpo’, el pan se transustancia en el cuerpo de Cristo, que confiere la unción de una doble riqueza a aquel que lo recibe dignamente: mitiga las tentaciones y suscita la devoción. Por esto es llamado ‘tierra que mana leche y miel’ (Dt 31,20), porque endulza las amarguras e incrementa la devoción. ¡Desgraciado aquel que se atreve acercarse a este banquete sin el traje nupcial de la caridad, o de la penitencia!"
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