“¡Hagamos de modo que finalmente veamos bien cultivado el jardín de la santa Iglesia! Vayamos a regarlo con la Sangre de Cristo crucificado, y hagamos bajar el rocío de las lagrimas derramadas por el continuo deseo de llevar a las almas a él, para poder decir con la esposa al Esposo que venga al huerto y coma sus frutos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario