miércoles, 8 de enero de 2014

¿Reclinatorio para comulgar? ¡Sí, gracias!


Leemos con gran alegría un artículo excelente, de un joven sacerdote de Sevilla, el Padre Santiago González, que en su blog de Infocatólica nos ofrece. Es de una claridad meridiana, y desmonta todos esos argumentos progresistas que esgrimen muchos sacerdotes, "a los fieles no les gusta". Sabemos que en nuestra Diócesis Prioral existe un reclinatorio en la Capilla Sacramental de la Catedral, donde los fieles pueden hacer uso de su derecho. De igual modo sabemos que ha sido negada la comunión de rodillas en la Diócesis de Ciudad Real por parte de algún sacerdote.


¿Reclinatorio para comulgar? ¡Sí, gracias!

«Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos», con la confirmación de la Sede Apostólica. «Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben establecer las mismas normas».


Este es el punto 90 de la Instrucción «Redemptionis Sacramentum» (Congregación para el Culto Divino y recepción de los Sacramentos)


«No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas».

Y este es el punto 160 de la Ordenación General del Misal Romano.

Ambas citas del Magisterio de la Iglesia Católica (entre otras muchas que podría traer a colación) las tomo como aval del título de este artículo: ¿Reclinatorio para comulgar?: SI, para que aquellos fieles que deseen comulgar de rodillas sean respetados en un derecho que tienen. Ese es el argumento (carente de toda «ideología») por el cual yo mismo como sacerdote diocesano «recuperé» el uso del reclinatorio en mi parroquia para el libre uso de los fieles a la hora de recibir la comunión.

Previo a mi decisión sucedió que hace un año un amigo me preguntó el motivo por el cual el Concilio había ordenado quitar todos los reclinatorios de las Iglesias. Le respondí que en el Concilio no hay ni una ligera insinuación de tal orden, que ni siquiera en ningún documento magisterial posterior lo podemos encontrar, sino más bien lo contrario. A lo cual me respondió muy extrañado que entonces como era posible que se hubieran quitado, a lo cual sinceramente no supe que responderle. A día de hoy sigue siendo un misterio para mí el cómo se han podido quitar sin que la autoridad lo haya pedido. Y ahora les comparto lo que sucedió tras mi decisión:

Fue por la cuaresma de 2012 cuando tomé esa decisión, previo diálogo con agentes de pastoral de la parroquia (que lo vieron algo normal aunque no se usaba para comulgar desde hacía más de 40 años). En homilías y catequesis previas expuse el motivo: que los fieles cuya devoción les dicta arrodillarse para comulgar vean su derecho respetado por la facilidad que la Iglesia les da al colocar reclinatorios que ayudan a arrodillarse con comodidad y apoyando los brazos (sobre todo pensando en las personas mayores). Si nos arrodillamos en la consagración (ésto si lo obliga la ordenación del Misal, aunque muchos no lo cumplan ni otros lo recuerden), ¿no es hasta lógico arrodillarse al recibirlo si nos arrodillamos al contemplarlo y adorarlo?; por supuesto que colocar el reclinatorio no viola en absoluto el derecho al que prefiere recibir la comunión de pié, pues va a seguir recibiéndola así. Pero poner el reclinatorio es una señal de respeto a los fieles cuya devoción les hace recibir el Cuerpo de Cristo de la forma más reverente posible.

Pues dicho y hecho: en mi parroquia se colocó reclinatorio en un primer momento solo en Misas dominicales y solemnes, para observar la respuesta del pueblo. Y la respuesta, sinceramente, me agradó y gratamente sorprendió: fueron sobre todo las personas más jóvenes quienes se arrodillaban al comulgar, y a las pocas semanas desde la misma feligresía se pidió que el reclinatorio estuviera de forma permanente en todas las Misas. Pedido al que se accedió de inmediato. A renglón seguido, llegada la Pascua de ese año 2012, todos los niños/as que hacían la primera comunión la recibieron de rodillas, desde una catequesis previa de amor y reverencia a Jesús Sacramentado.

Desde entonces el reclinatorio quedó ubicado de forma permanente y, ….siguiendo con las gratas sorpresas....¡ni una sola queja o crítica de los laicos!...¡ni una!...y si, con pena de he decirlo, alguna que otra crítica de mal gusto de algún miembro del clero. En realidad, en el fondo, yo esperaba esa respuesta. No tanto desde la crítica, un sacerdote me dijo que para atender el derecho a arrodillarse no hace falta el reclinatorio....obvio que es verdad –yo le respondí–, pero ¿porqué incomodar a un fiel a arrodillarse sin apoyo o a hacerlo en el suelo dando signos de evidente «originalidad?, ¿no es eso faltar a la caridad fraterna?.....

Desde mi experiencia como sacerdote, que comparto en este artículo, y con la motivación de atender los derechos del laicado, lanzo a todos los sacerdotes que lean estas líneas esta proclama: ¿Reclinatorios?...Sí, gracias. Y a los que ya lo ponen, que se hagan eco de su actitud para que otros lo sepan. Ni que decir tiene (pero por si acaso lo digo) que colocar el reclinatorio ha de llevar consigo que el sacerdote se ubique justo detrás del mismo, precisamente para evitar poner en evidencia al fiel que desea comulgar con reverencia y de repente se ve fuera de la fila. Si, y apostillo esto porque yo mismo lo he visto en alguna Iglesia: reclinatorio puesto cerca del presbiterio pero a la vez el sacerdote dando la comunión a varios metros del mismo.... No, entonces sería como «señalar» de forma peyorativa a los fieles que se arrodillan. Por lo que el «título» de este lema «¿Reclinatorios?... sí, gracias» ha de ir acompañado de «con el sacerdote detrás dando la comunión». Desde ahí el respeto al fiel es completo: los que se queden de pié reciben la comunión y los que se arrodillen la reciben igualmente, y todos lo hacen sin que nadie quede señalado. Así sí se cumple lo que la Iglesia Católica prescribe a través de sus documentos magisteriales.

A la luz del Concilio Vaticano II, como parte de la integración del laicado en la vida de la Iglesia, opino que cuando se desprecian los derechos del laicado se cae en un clericalismo insólito cuando viene de la mano de los que se califican como «progresistas y modernos». Si no se respeta al laicado se peca de clericalismo, y la ausencia de reclinatorios en la mayoría de las Iglesias es, a mi modesto entender, un signo sutil del clericalismo modernista...si... lo repito: clericalismo modernista de aquellos que siguen tratando a los laicos como menores de edad aunque llenen sus discursos de verbalismo supuestamente laical.

Y concluyo: por supuesto que la recuperación del reclinatorio lleva consigo un mayor respeto hacia la Eucaristía que reduce o evita innumerables abusos litúrgicos que se producen contra la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esto sería un motivo ontológico, mientras que el anteriormente expuesto (respeto al derecho del laicado) es un motivo de orden pastoral, pero muy unido al ontológico.

De un autor anónimo leí en una ocasión que «ningún hombre es más hombre, ninguna mujer es más mujer, que cuando está de rodillas ante el Amor de los Amores»

Maravillosa frase que comparto. Queridos amigos: ¡Volvamos al reclinatorio para comulgar!



P. Santiago González
Sacerdote de la Archidiócesis de Sevilla

1 comentario:

  1. Gracias, eso es algo que echo en falta en todas las parroquias, o casi todas. Lo que dice el reclinatorio es verdad , he visto que si en alguno lo ponían lo dejaban al margen y no me atreví a salirme de la fila...
    Yo empecé a sentir la devoción de arrollidarme y parece que cuando lo intentaba molestaba a los demás, incluso a los sacerdotes. Aunque no a todos por que ví en alguno gusto por darme la comunión e incluso con mayor reverencia. Como si me diera lo más grande y valioso y lo más sagrado que es lo que es.

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