viernes, 17 de junio de 2011

Normalización de la Forma Extraordinaria

 
Traemos este interesantísimo artículo de Una Voce Málaga, sobre la aplicación del Motu Proprio, y la aceptación por parte de los Obispos.
 
Quizás algunos hubieran deseado que el motu proprio “Summorum Pontificum” fracasara, pero lo cierto es que, más de tres años después de su promulgación, nada hay de eso.
Contados han sido los obispos que se opusieron al motu proprio y, en la mayor parte de los casos, esta oposición cesó tras una discreta gestión de la Santa Sede.
Algunos agoreros auguraban una división en la Iglesia, o al menos una aplicación problemática. Ha sido al contrario. No ha habido conflictos entre los fieles en las parroquias u oratorios en los que se ha introducido la Forma Extraordinaria. Muy al contrario, con frecuencia numerosos feligreses han querido conocer esta forma litúrgica, o reencontrarse con la Misa que ya conocieron en su juventud.
La obsesión numérica también ha sido una constante entre los escasos detractores del motu proprio. Los que en otro tiempo jaleaban las pequeñas comunidades de base, las misas celebradas por media docena de personas en mitad del campo o en cualquier mesa de comedor, adquirieron interés por contar los asistentes a la Misa tradicional. Sin embargo, ha quedado claro que para la Santa Sede, los pequeños grupos que solicitan celebraciones con el misal del Beato Juan XXIII son igual de valiosos.
Otro argumento peregrino es afirmar que muchos asisten a estas Misas por curiosidad, pero que luego no vuelven. Y es cierto que para algunos esta celebración litúrgica es algo ocasional o limitada a determinadas solemnidades. Pero esto no es malo en sí, ni puede ser un argumento crítico. De la misma manera habrá personas que alguna vez al año acudan a una adoración eucarística, a una peregrinación o a unas vísperas solemnes, y esto no convierte estas piadosas prácticas en algo prescindible ni inconveniente.
La normalización de la Forma Extraordinaria en la vida de la Iglesia es algo muy palpable. En los días anteriores dábamos ejemplos cercanos: marinos franceses que asistían a la misma en una parroquia de Málaga; confirmaciones en Madrid con los libros litúrgicos tradicionales.
En los últimos días, también, hemos visto como tres obispos franceses participaban, de una forma u otra, en la Peregrinación tradicional Paris-Chartres, en concreto Monseñores Pansard (Obispo de Chartres), De Dinechin (Obispo Auxiliar de París) y Brouwet (Obispo Auxiliar de Nanterre).
En España, Monseñor Ureña Pastor, Arzobispo de Zaragoza, se convirtió en el primer obispo que oficiaba la Liturgia antigua en España tras el motu proprio. Y es posible y deseable que otros obispos españoles le sigan en breve.
Recientemente, Monseñor N´Koue, Obispo de Natitingou, en Benin, ha sido promovido por el Santo Padre a Arzobispo de Parakou, en el mismo país africano. Es un nombramiento del que nos alegramos mucho, por ser un prelado muy fiel al Papa y muy amigo de la Liturgia tradicional, que él mismo ha oficiado en diversas ocasiones. Su informe a la Comisión Ecclesia Dei sobre la aplicación del motu proprio “Summorum Pontificum” fue quizás el más bello de los que se recibieron allí. Monseñor N´Koue reconoce que la Liturgia tradicional ha enriquecido la vida de su diócesis, y además recalca que su belleza y sentido del misterio se adapta mejor a la espiritualidad africana.
Sin embargo, no todas las declaraciones eclesiales son siempre tan inspiradas. Hoy hemos leído una entrevista a Monseñor don Carlos Manuel de Céspedes, Vicario General de La Habana, no exenta de interés pero con una estéril minimización del motu proprio: “No voy a hacer una Misa en griego o en latín para que no la entienda ninguna de mis viejitas buenas de San Agustín”.
Monseñor: o no serán tan viejitas, o no serán tan buenas. Porque cualquier feligrés piadoso de cierta edad recuerda la Misa en latín, y si la ha olvidado la refresca en un par de celebraciones…

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