martes, 27 de septiembre de 2011

San Vicente de Paúl

  Visión de San Vicente de Paúl mientras celebra la Santa Misa, siglo XVIII, posible atribución a Gaétan Sontin, Casa de San Lázaro, París, 95, rue de Sèvres


"Cuando un sacerdote celebra la misa, hemos de creer que es el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, principal y soberano Sacerdote, el que ofrece el sacrificio; el sacerdote no es más que ministro de Nuestro Señor, que se sirve de él para realizar externamente esa acción. Pues bien, el acólito que sirve al sacerdote y los que oyen la misa, ¿participan, como el sacerdote, del sacrificio que él hace y que ellos hacen con él, como él mismo dice: Orate, fratres …? Sin duda que participan, y más que él, si tienen más caridad que el sacerdote … No es la cualidad de sacerdote o de religioso lo que hace que las acciones sean más agradables a Dios y merezcan más, sino la caridad, si ellos la tienen mayor que nosotros". (SVP,XI, 646).

 
El hecho prodigioso de la visión de San Vicente fue atestiguado por él mismo. A la muerte de santa Juana de Chantal, en 1641, ve tres globos de fuego que van elevándose y se pierden uno en otro. El primero es el alma de la santa; el segundo, la de san Francisco de Sales; el tercero y mayor, la Esencia divina. Plasma la escena un pintor del siglo XVIII, tal vez Gaétan Sontin: en la cima del cuadro, sobre las nubes, toma asiento la Trinidad; a la izquierda los tres globos; a la derecha, rodeados de querubines, conversan san Francisco y santa Juana. Como transpuestas, las visitandinas asisten tras de la reja a la misa del santo. Éste escribe al vicenciano Bernardo Codoing acerca de la Madre Chantal: "Dios ha querido consolarme con la visión de su reunión con nuestro bienaventurado padre y de los dos con Dios" (SVPII, 180). La cosa fue tan «sensible» (su vocablo), que nos dejó una relación, por supuesta tercera persona, de esta misa memorable. He aquí el texto que da no poco que pensar sobre el estado místico de nuestro santo: 

"Esa persona me ha dicho que, cuando se enteró de que nuestra difunta se hallaba en extrema gravedad, se puso de rodillas para rezar a Dios por ella; el primer pensamiento que le vino a la mente fue hacer un acto de contrición por los pecados que había cometido y comete de ordinario; inmediatamente después se le apareció un pequeño globo de fuego, que se elevaba de la tierra y fue a juntarse en la región superior del aire con otro globo mayor y más luminoso; luego los dos, reducidos a uno solo, se elevaron más arriba, se introdujeron y empezaron a brillar en otro globo infinitamente más grande y más luminoso que los otros; entonces se le dijo interiormente a aquella persona que el primer globo era el alma de nuestra venerable madre, el segundo el de nuestro bienaventurado Padre y el otro la esencia divina, y que el alma de nuestra y ambos con Dios, su soberano principio.

Me dijo también aquella persona que, al celebrar la santa misa por nuestra digna madre inmediatamente después de saber la noticia de su bienaventurado tránsito, cuando estaba en el segundo Memento, en que se reza por los muertos, pensó que hacía bien al rezar por ella, pues quizás estaba en el purgatorio por ciertas palabras que había dicho en una ocasión, que parecían ser pecado venial, y que entonces volvió a ver la misma visión, los mismos globos y su unión, y que le quedó un sentimiento interior de que aquella alma era ya bienaventurada y no tenía necesidad de oraciones; esto se le quedó tan impreso en el alma, que la ve siempre en ese estado cada vez que piensa en ella. Lo que puede hacer dudar de esta visión es que aquella persona tiene tan gran estima de la santidad de aquel alma bienaventurada que no lee jamás sus respuestas sin llorar pensando que es Dios el que inspiró lo que ellas contienen a ese alma bienaventurada, y que dicha visión es por tanto un efecto de su imaginación. Y lo que hace pensar que se trata de una verdadera visión es que esa persona no se muestra nunca sujeta a ellas y nunca ha tenido más visión que ésta". (SVPX 141-142).

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