viernes, 28 de octubre de 2011

Obispo de Tulsa: “Me gustaría ver la liturgia llegar a ser lo que el Concilio Vaticano II quería que fuera"

 

Hace dos años Mons. Edward Slattery, Obispo de Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, decidió comenzar a celebrar Ad Orientem todas sus Misas en la Catedral. Ahora ha concedido una interesante entrevista que publica hoy The National Catholic Register, en la cual explica entre otras sus motivos para tomar aquella decisión y de la cual traducimos los siguientes apartes.


-Usted ha hecho declaraciones públicas sobre los problemas con la liturgia. ¿Qué cambios le gustaría ver?

Me gustaría ver la liturgia llegar a ser lo que el Concilio Vaticano II quería que fuera. Eso no es algo que puede de la noche a la mañana. Los obispos de los Estados Unidos que fueron los padres del concilio volvieron a casa e hicieron cambios demasiado rápido. Ellos no deberían haber visto la antigua liturgia, lo que llamamos la Misa tridentina o Misal del Papa Juan XXIII, como algo que necesitaba ser arreglado. No había nada dañado. Había un actitud de que teníamos que aplicar el Concilio Vaticano II de una manera que radicalmente afecta la liturgia.

Lo que perdimos en un corto período de tiempo fue la continuidad. La nueva liturgia debería ser claramente identificable como la liturgia de la Iglesia pre-Vaticano II. Cambios, como dar la vuelta al altar, fueron demasiado repentinos y demasiado radicales. No hay nada en los documentos del Vaticano II que justifique dichos cambios. Siempre hemos tenido la Misa de cara al pueblo, así como la misa ad orientem [“hacia oriente”, con el sacerdote y el pueblo mirando en la misma dirección]. Sin embargo, la Misa ad orientem era la norma. Estos cambios no venían del Vaticano II.

Además, no fue una sabia decisión acabar con el Latín en la Misa. ¿Cómo ocurrió eso?, yo no lo sé, pero los padres del Concilio nunca intentaron que abandonaramos el Latín. Ellos querían que nos aferrasemos a el y, al mismo tiempo, dar cabida al vernáculo, principalmente para que la gente pudiera entender las Escrituras.

-Usted mismo ha comenzado a celebrar la Misa ad orientem.

Sí, en nuestra catedral y en algunas parroquias donde los sacerdotes me lo pidan. La mayoría de las veces, digo la Misa de cara al pueblo, cuando viajo por la diócesis o cuando tengo un gran número de sacerdotes concelebrando, porque funciona mejor así.

Algunos sacerdotes han seguido mi ejemplo y celebran ad orientem también. Yo no he pedido que cambien. Prefiero guiar con el ejemplo y permitir que los sacerdotes piensen sobre ello, oren acerca de ello, lo estudien, y luego miren sus iglesias y vean si es factible hacerlo.

-Y es positivo cuando la gente está pensando y hablando acerca de la liturgia.
Cuando la gente hace de la liturgia parte de su conversación, es una buena cosa. En la medida que sacerdotes y los laicos discutan la liturgia, verán cuan importante es y cómo es una obra de Dios y no nuestra.

Pero debemos acercarnos a la liturgia de rodillas con tremenda humildad, reconociendo que no nos pertenece. Le pertenece a Dios. Es un regalo. Adoramos a Dios, no creando nuestras propias liturgias, sino recibiéndo la liturgia como nos viene de la Iglesia. La liturgia debe ser formada y moldeada por la Iglesia misma para ayudar a la gente a orar mejor. Y todos oramos mejor cuando estamos dispuestos a recibir lo que Dios ha ofrecido, en lugar de crear algo propio.

[...]

-En 2010, para celebrar el quinto aniversario de la elección del Papa Benedicto XVI, Ud. celebró una tradicional Misa latina en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington. ¿Por qué celebró Ud. esta misa, y cómo fue?

Lo hice porque no quería que un montón de gente estuviera decepcionada. El Arzobispo [Donald] Wuerl [de Washington], ahora Cardenal Wuerl, me llamó para decirme que no podían encontrar un obispo para celebrar la Misa, porque el obispo que estaba programado originalmente declinó. Fue sólo unos pocos días antes del evento, y necesitaban un reemplazo. Como las agendas de los obispos son tan apretadas, incluso el arzobispo Wuerl no lo podía hacer en un plazo tan corto. Así que, yo estaba muy emocionado de tener la oportunidad.

Yo estaba impresionado por la gran multitud, pero me resultó fácil orar, a pesar de toda la gente. Había un sentido de oración, un silencio y un compromiso que hizo más fácil para todos nosotros orar juntos.

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Secretum Meum Mihi

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