miércoles, 3 de agosto de 2011

Padre Ángel Ayala Alarcó SJ




Como nos pedía un lector, y con motivo del cincuenta aniversario de su muerte, el pasado 2010, recordamos la figura del sacerdote Ángel Ayala Alarcó,  jesuita que fundó la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), promotora entre otras iniciativas, de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, entidad de la que, en la actualidad, dependen tres universidades privadas, así como colegios y escuelas de negocios. Un sacerdote de proyección nacional que era natural de Ciudad Real y que dejó también en nuestra ciudad varias fundaciones, siendo poco conocido aquí en su tierra natal.

El reverendo padre Ángel Ayala y Alarcó SJ, nació en Ciudad Real el 1 de marzo de 1867 en el seno de una acomodada familia manchega, oriunda de la provincia de Alicante, e hizo el número tres de once hermanos. Tras cursar bachillerato en el Colegio de Santo Domingo de Orihuela de la Compañía de Jesús, estudió Derecho y Filosofía y Letras en las Universidades de Salamanca y Deusto. Terminada su formación académica, ingresó en 1892 en el Noviciado de San Jerónimo (Murcia) de la Compañía de Jesús, donde estudió Humanidades, Retórica, Filosofía y Teología. Hizo los votos del bienio en Granada en octubre de 1894, fue ordenado sacerdote en Sevilla en 1903 y de este año es la donación de la casa paterna del Padre Ayala a la Compañía de Jesús, para establecer en Ciudad Real un noviciado, que luego se convertiría con el paso de los años en el actual Colegio Hermano Gárate, que desde 1987 rigen los salesianos.

Realizó el Padre Ayala sus tres votos en Chamartín de la Rosa en febrero de 1906 y su primer destino fue la Congregación Mariana de los Luises de Madrid, con algunos de los cuales fundó en 1908 la Asociación Católica de Propagandistas, alentada por el entonces Nuncio de su Santidad, monseñor Vico con el fin de despertar al adormecido catolicismo español de principios del siglo XX. Fue superior de la residencia de la calle Zorrilla entre los años 1907 y 1908 y rector del Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI) desde ese año hasta 1911. Es trasladado a Ciudad Real donde funda el Seminario Menor de San Ignacio de Loyola, al frente del cual permanece hasta que en 1918 vuelve a ser nombrado rector del ICAI y del colegio Areneros. De 1922 a 1927 ejerce como maestro de novicios en Granada y Aranjuez al contar con el don de conectar con la juventud. En 1927 dirige la revista Estrella del Mar y es secretario del Padre Provincial y un año después retorna como superior a la residencia de la calle de Zorrilla, en Madrid.

Disuelta la Compañía de Jesús por el Gobierno de la República, actúa como Viceprovincial, sigue a hurtadillas con los Luises y durante los meses previos a la Guerra Civil está a cargo de la residencia-refugio denominada Coetus III. Cuando comienza el conflicto armado la prensa anuncia a bombo y platillo su detención, pero lo cierto es que consigue ocultarse en distintos domicilios de las calles Agustín y de Manuel Longoria, en la capital de España, hasta que consigue desplazarse hasta Daimiel, donde le acoge una familia amiga y posteriormente se oculta en un asilo de las Hermanitas de los Pobres de la calle de Almagro, en Madrid, hasta que concluye la contienda.

De 1939 a 1945 es padre espiritual del Colegio Areneros y crea las Escuelas Profesionales Labor. En 1953, a los 86 años de edad, recibiría un homenaje en Ciudad Real, empezando por una misa de comunión celebrada a las 10´30 por el obispo de Astorga, D. Jesús Mélida, venido expresamente para el homenaje. Entre los asistentes se encontraba el padre provincial, Manuel Olleros; el superior de la Residencia de Zorrilla, Casimiro Beláustegui; D. Ildefonso Romero, vicerrector del Instituto de Estudios Manchegos; el subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, D. Manuel Cerviá, que ostentaba la representación del ministro D. Gabriel Arias Salgado (antiguo alumno del Seminario Menor de San Ignacio); el gobernador civil D. José María del Moral, que fue quien introdujo en el salón al P. Ángel Ayala apoyado en su brazo, y traía también la representación de D. Joaquín Ruiz Giménez, ministro de Educación Nacional.

La Asociación Católica Nacional de Propagandistas, tan vinculada al P. Ayala, estuvo representada por su presidente, Fernando Martín-Sánchez Juliá, y algunos socios fundadores. La representación local contaba con el alcalde de la ciudad D. Manuel Acedo Rico, con los caballeros del Pilar, congregaciones marianas y otras asociaciones.

Fueron también muy numerosas las adhesiones que llegaron: del padre general de la Compañía de Jesús; el obispo de Málaga D. Ángel Herrera Oria, primer presidente de la ACdP, el director general de Asuntos Eclesiásticos, D. Mariano Puigdollers; el presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia, marqués de Vivel, etc.

Después de la misa y de una visita a las escuelas, talleres y comedor escolar comenzó la ceremonia de la imposición al P. Ayala de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, discurso del alcalde, lectura de adhesiones a cargo de D. Luis Montes López de la Torre (entre otros del Presidente de las Cortes, ministros de Justicia y Asuntos Exteriores, rector y claustro de la Universidad de Deusto, aparte de los ya mencionados), siguió la imposición de la insignia por el gobernador civil y el discurso del P. Ayala, leído por el P. Manuel de Juan.

Para finalizar con un toque musical y emotivo, el coro de las Escuelas, dirigido por el P. Florentino Hernández, interpretó cuatro canciones populares, que eran las mismas que el mismo P. Florentino, cuarenta años antes, había aprendido del P. Ayala bajo aquellos mismos muros.

Al día siguiente, 22 de junio, de una manera más familiar e íntima se tuvo en las Escuelas otro acto, una sencilla academia literario-musical en la que los pequeños tuvieron protagonismo y en la que el P. Ángel Ayala descansó y disfrutó.

Con motivo de este homenaje, el P. Ayala dijo a los miembros de la Asociación Católica de Propagandistas, que en vez de regalarle algo, lo mejor que se podía hacer sería dar casas a los necesitados. Ante esto, como muchos de los colaboradores de dicho jesuita habían alcanzado puestos importantes, como el caso del Ministro Martín Artajo, se obtuvo del Gobierno un decreto de 13 de mayo de 1953, por el que se reconocía la necesidad de construir 200 viviendas, dadas las condiciones indignas e insalubres en las que vivían en Ciudad Real algunas familias. De esta manera se constituyó un patronato integrado por asociaciones religiosas y organismos políticos naciendo así el grupo de viviendas para chabolistas, Grupo Padre Ayala, cuyas llaves se entregaron el 20 de noviembre de 1958, barriada que seria conocida en la ciudad como Vista Alegre.

También al P. Ayala se debe la presencia de las Franciscanas Hijas de la Misericordia en nuestra ciudad. Éste, ante la construcción de la barriada y conociendo el carisma de esta congregación, solicitó su presencia, instalándose en nuestra ciudad el 6 de enero de 1959 cuando el Obispo Juan Hervás bendijo la casa de la comunidad que se dedicó a la labor asistencial entre las familias y a la enseñanza, inaugurándose el 6 de enero de 1965 el Colegio “San Francisco de Asís”.
 
El P. Ayala dedico parte de su vida a escribir. Sus Obras completas en dos volúmenes fueron impresas en 1947, aunque no recogen pese a su título algunas de sus obras anteriores y desde luego tampoco las posteriores. Entre todas ellas destacan Prácticas de Pedagogía (Madrid: Blass y Cía, 1919), destinado a sus alumnos de Ciudad Real, Nuestros colegios (Madrid: Huelves, 1931), destinado a jesuitas y Diferencias entre el estado seglar y el religioso (1935). Autobiográficas son Recuerdos y Pensamientos.

Falleció el 20 de febrero de 1960 a las once y diez de la noche en el Colegio de Areneros oficiándole en el mismo colegio una misa que ofició el rector del ICAI y que presidieron el Arzobispo Castrense y el Obispo de Málaga, D. Ángel Herrera Oria, amigo personal del fallecido. Asistieron el presidente del Consejo del Reino y de las Cortes Españolas, ex-ministros y las autoridades provinciales y locales ciudadrealeñas que se desplazaron a Madrid. A las cinco y diez de la tarde llegaron sus restos a la Parroquia de San Pedro de Ciudad Real, en cuyo pórtico se encontraban el Obispo-Prior, Gobernador Civil y Militar, Presidente de la Diputación Provincial, Presidente de la Audiencia, Ayuntamiento en pleno, Cabildo catedralicio, Vicario y Provicario General de la Diócesis, representaciones de las órdenes religiosas de la capital, congregaciones marianas, cofradías, Acción Católica, párrocos, Comunidad de PP. Jesuitas, profesores y alumnos de las Escuelas Profesionales “Hermano Gárate” y los vecinos de la Barriada “Padre Ayala”, que al igual que el Excmo. Ayuntamiento, depositaron sobre el ataúd sendas coronas de flores.
 

Introducido el ataúd en la Parroquia de San Pedro y frente al altar del Cristo de la Buena Muerte, se hizo el oficio de levantamiento por el Obispo de la Diócesis. Posteriormente sus restos fueron trasladados a la Iglesia de San Ignacio donde recibieron sepultura en el presbiterio, junto a los de sus padres.
Muestra de la importancia en la sociedad española de entonces de este ciudadrealeño, es que incluso el Jefe del Estado expresó su pésame al rector del ICAI por el fallecimiento del P. Ayala.
 

Con la muerte del P. Ayala, desapareció un ilustre ciudadrealeño, un sacerdote ejemplar, que luchó incansablemente por la auténtica doctrina social.

1 comentario:

  1. ¡Bendito sea Dios!
    Muchas gracias por la entrada, que descubre que de este solar manchego también cria Dios árboles, no sólo buenos, sino grandes y hermosos de frutos sanísimos.

    En fín, habrá que hacerse con esas obras incompletas. (¿No está abierto el proceso de beatificación?

    Una vez más, gracias.

    (Curiosa la foto de la Misa del P. Ayala, con bombilla incluida)

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