jueves, 8 de marzo de 2012

Los complejos tradicionalistas


No pocos pensamos esto mismo, la cantidad de complejos, de falsos respetos humanos de los tradicionalistas (entiéndase por tradicionalista a todos los católicos romanos que somos afines a la liturgia de siempre). Nos preguntamos por qué hemos de actuar como en las catacumbas, por un terror atroz al Obispo de cualquier diócesis, quizás muchas veces porque en vez de contemplar en él con diáfana claridad al Buen Pastor, hallamos a un nuevo Diocleciano de lo santo, que ve en los tradicionalistas a un enemigo, y no a sus hijos. Es posible que muchas veces nos buscamos esto, porque me pregunto, por qué hemos de pedir miles de permisos para que se celebre la Santa Misa con la Forma Extraordinaria del Rito Romano, mil impedimentos, si estos permisos no son necesarios, si es una orden del Santo Padre Benedicto XVI contemplada en su Motu Prorpio Summorum Pontificum. Miles de permisos como si fuese algo prohibido y malo.

Bien es cierto que hay una creciente bicefalia, como ya indicase Mons. Nicola Bux, tanto en las Conferencias Episcopales como en las Diócesis mismas, que se convierten en reinos de taifas, donde allí se hace lo que le da la real gana al ordinario de la misma, saltándose el Magisterio Pontificio como quieren. Muchas veces hay que recordar a nuestros pastores, que la obediencia a Roma, a ejemplo de Cristo obediente, es indispensable, que suelen ser muchos de ellos férreos en que los fieles cumplan el derecho canónico, pero ellos lo denostan no cumpliéndolo. La corrección fraterna se ha perdido, y no sólo eso, sino que es tomado como una afrenta personal, ya nada queda del ejemplo de los santos, capaces de corregir fraternalmente a Obispos y al mismo Papa. 

De este modo no nos es raro que como siempre ha sido, a causa de la mano del mismo Satanás, el mal sea más fácil que el bien, y de este modo, para que se celebre la Santa Misa Tradicional hay que solicitar miles de permisos, contestados con otros tantos impedimentos, mientras que los sacerdotes que viven en pecado y celebran sus Misas circo, que son lacerantes, las celebran casi con la admiración del Obispo. Es aquí cuando más claro tenemos que nuestro seguimiento es como el de Cristo, nos desprecian, nos miran de soslayo, somos los cuatro anticuados de siempre. Lo cierto es que lentamente las aguas vuelven a su cauce, y todo gracias a la acción del Espíritu Santo a través de nuestro Santo Padre Benedicto XVI, que con gran entrega gobierna la Iglesia en la sana doctrina.

No hace mucho leímos un interesante artículo sobre los Protestantes anónimos, del liturgista Adolfo Ivorra, en el que mostraba la realidad triste de la gran cantidad de católicos, y lamentablemente sacerdotes y obispos, que por su vida y práctica, son protestantes de hecho y no católicos, pues su pensamiento es claramente luterano y no romano. Como muestra un botón, el archiconocido Mons. Nourrichard, Obispo de Evreux, que habiendo asistido y concelebrado en ordenaciones de mujeres de iglesias luteranas, nadie le ha llamado al orden, y sin embargo él se permitió el lujo de amenazar a un sacerdote de su diócesis por desobedecerle en su requerimiento de que dejase de celebrar la Forma Extraordinaria del Rito Romano. O cuántos obispos y Cardenales que murieron relegados tras el Concilio por ser claramente tradicionalistas, como el caso de el gran Cardenal Ottavianni, de felicísima memoria. Todo queda meridianamente claro.

Queremos traer el ejemplo de un buen obispo, un santo obispo de nuestro tiempo, Monseñor Mario Oliveri, Obispo de Albenga-Imperia, que por esta misma fidelidad al Papa, al Magisterio y a la Tradición, se ha granjeado enemistades y recelos entre muchos obispos, y cabe recordar la aversión de los infieles hacia los santos, el pecado es más cómodo que la santidad, y qué facil es despreciar al que quiere vivir con fidelidad, sin inventar ni implantar sus estilos y gustos personales.  Casi sobra citar el calvario al que fue sometido por la jerarquía San Pío de Pietrelcina, que fue tratado como un apestado, ya no sólo por sus estigmas y visiones, sino por su tradicionalismo.

Por todo esto, dejemos los temores, es Cristo quien es la bandera de nuestra causa y la rectitud de la obediencia nos apremia. No vayamos por la falsa prudencia, con temor, pues que la luz no fue hecha para estar bajo la cama, sino colocada en el celemín para que su luz inunde la estancia. Concluyamos esta pequeña reflexión, con este consejo sabio de un sacerdote muy fiel, "Miremos siempre a nuestro sacerdote, a nuestro Obispo, y al Papa, y obedezcamoslos, pero si las directrices de los dos primeros no concuerdan con Pedro, volvamos nuestros ojos al Vicario de Cristo". Así nunca fallaremos.

Pero, nuestra mayor arma no es otra que la oración, y ante todo la Santa Misa, el Sacrificio de Cristo por la Salvación. Oremos sin desfallecer por nuestra causa, por nuestro Papa, por los Obispos y sacerdotes fieles, y por la conversión de los que erran.

5 comentarios:

  1. Felicidades por este acertado y necesario artículo; muchos sufrimos persecución por ser tradicionales... tengo callos en el corazón después de tantos ataques y tanta burla. Pero si a Nuestro Señor lo trataron como loco, le escupieron, abofetearon, flagelaron y crucificaron, ¿cómo nos vamos a quejar nosotros?.

    Adelante, sigamos siempre adelante, sin complejos. Gracias por seguir difundiendo la Sagrada Tradición Católica; ya sabéis que en mi pequeño blog tenéis un enlace y que posteo casi a diario vuestras entradas.

    Desde la isla de Gran Canaria, un fuerte abrazo y la limosna de mis pobres oraciones.

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    1. Gracias querido amigo, seguimos tu blog con gran interés, haces un bien inestimable, con cada una de tus entradas, hemos de seguir trabajando todos por esta causa. Desde la Mancha, unión siempre en el Corazón de Cristo.

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    2. Lo subscribo. Se puede decir más alto, pero no más claro.

      Un cordial saludo, en Cristo,

      CATHOLICVS

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  2. Me siento bastante identificado con el artículo. Yo he pedido a mi párroco por activa y por pasiva que celebrara alguna vez por la forma extraordinaria, pero no consigo convencerle. Ya ni siquiera le pido que celebre esta forma, sino que celebre, al menos, la ordinaria lo más fiel al Papa (crucifijos, candelabros, incienso, etc) posible...aún así, mis esfuerzos son nulos, todavía.
    Me he sentido muchas veces como describe el artículo, tratado como un perro, como el más anticuado (incluso por personas cercanas a mí), sólo por querer que se celebre esta forma del rito romano.
    A pesar de los pesares, sigo orando para que se pueda conseguir la forma extraordinaria en alguna parroquia de mi ciudad.
    Un saludo en Cristo.

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  3. Tengo la gracia de vivir en una diícesis tradidionalista, caracterizada por ser siempre fiel a las enseñansas del Sumo pontífice, especialmente en materia de liturgia. El liberalismo está en todas partes y ha contaminado mnuestra Iglesia, pero hay que recordar que el seminario marca para toda la vida al sacerdote y muchas veses él no es culpable de la doctrina y enseñanza que recibe,por ello, como bien dicen, la correción debe ser fraterna y estar impulsada por la caridad, no podemos juzjar a quienes no han conocido la buena liturgia,principalmente en el caso de los fieles, no niego que haya obispos y sacerdotes que la desprecian y rechazan, ante ellos sólo se puede recurrir a la oración.
    Por oto lado los felicito por su página y los animo a que continuen con su labor de difundir la Correcta Liturgia.
    Carolina Figueroa, Mendoza Argentina

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