Recientemente en los medios de comunicación se está manipulando, y se está intentando manchar la memoria de este hombre santo, mártir de la Iglesia, Mons. Manuel Irurita Almándoz, Obispo de Barcelona. Se asegura que sobornó a los milicianos y así se salvó del fusil, todo una sarta de mentiras, puesto que la investigación de los procesos se lleva minuciosamente, y si hubiese cualquier impedimento no se habría proseguido su proceso. Ya no saben cómo atacar a la Iglesia, y lo hace como siempre lo han hecho, ensuciando la moral de los que han sido y son ejemplos y modelos de Santidad. Os dejo este bonito artículo escrito por el Postulador General de las causas martiriales de la Provincia Eclesiástica de Toledo.
CARRER DEL BISBE IRURITA
por Jorge López Teulón
Postulador General de los Mártires
de la Provincia Eclesiástica de Toledo
Escribo sólo como sacerdote y lo hago por la devoción al obispo mártir Irurita, que yace enterrado en la Capilla del Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona, pero sobre todo lo hago porque han pasado ¡15 días! y nadie ha contestado a Josep María Sòria, autor de una pésima novela en entregas que ha publicado La Vanguardia en 4 páginas, a razón de una por día (¡con lo grandes e incómodas que son las páginas de ese periódico!) con el único fin de seguir esparciendo una perversa siembra de dudas para posicionarse en contra de la beatificación del Doctor Manuel Irurita Almandoz, obispo de Barcelona, que fue asesinado el 3 de diciembre de 1936. Se acaba de cumplir el 70 aniversario de su martirio.
Unas líneas biográficas
Manuel Irurita Almandoz nació en Larrainzar (Navarra) el 19 de agosto de 1876. Doctor en Sagrada Teología en el 1906 y en Filosofía en el 1907. Beneficiado de la Catedral de Valencia en el 1899. Profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y de Teología Fundamental en el Seminario de Valencia. Visitador de religiosa y Promotor de las Misiones diocesanas hasta que de Valencia pasó a Lérida, siendo nombrado obispo de esta diócesis. Excelente músico, fue nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928. Trasladado al obispado de Barcelona, se distinguió por su bondad y santidad. Ocupa el número 115 de los obispos que rigieron la diócesis de Barcelona y lo hizo desde 1930 a 1936.
Manuel Irurita Almandoz nació en Larrainzar (Navarra) el 19 de agosto de 1876. Doctor en Sagrada Teología en el 1906 y en Filosofía en el 1907. Beneficiado de la Catedral de Valencia en el 1899. Profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y de Teología Fundamental en el Seminario de Valencia. Visitador de religiosa y Promotor de las Misiones diocesanas hasta que de Valencia pasó a Lérida, siendo nombrado obispo de esta diócesis. Excelente músico, fue nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928. Trasladado al obispado de Barcelona, se distinguió por su bondad y santidad. Ocupa el número 115 de los obispos que rigieron la diócesis de Barcelona y lo hizo desde 1930 a 1936.
Estalla la guerra
El 21 de julio de 1936 Monseñor Irurita estaba diciendo misa en la capilla episcopal, cuando se oyó el tumulto de los asaltantes. Finalizado el santo sacrificio, salió con algunos familiares por la puerta secreta por la puerta secreta, logrando ocultarse en el domicilio de la calle Call, nº 17, donde vivía el Sr. Antonio Tort, el cual había dado también acomodo a las religiosas Carmelitas de la Caridad, MM. Elvira Ruiz y Micaela, HH. Montserrat Sabanes y María Torres. Se dispusieron tres departamentos, uno ocupado por el obispo y su familiar Marco Goñi, otra reservada a las religiosas y el tercero ocupado por la familia Tort. Una de las habitaciones se destinó a oratorio. A las seis y cuarto de la mañana empezaba la misa. A las doce se rezaba el ángelus y una parte del rosario. A las cinco se rezaba otra parte del rosario y a las ocho la visita al Santísimo.
El 21 de julio de 1936 Monseñor Irurita estaba diciendo misa en la capilla episcopal, cuando se oyó el tumulto de los asaltantes. Finalizado el santo sacrificio, salió con algunos familiares por la puerta secreta por la puerta secreta, logrando ocultarse en el domicilio de la calle Call, nº 17, donde vivía el Sr. Antonio Tort, el cual había dado también acomodo a las religiosas Carmelitas de la Caridad, MM. Elvira Ruiz y Micaela, HH. Montserrat Sabanes y María Torres. Se dispusieron tres departamentos, uno ocupado por el obispo y su familiar Marco Goñi, otra reservada a las religiosas y el tercero ocupado por la familia Tort. Una de las habitaciones se destinó a oratorio. A las seis y cuarto de la mañana empezaba la misa. A las doce se rezaba el ángelus y una parte del rosario. A las cinco se rezaba otra parte del rosario y a las ocho la visita al Santísimo.
Así estuvieron hasta que el 1 de diciembre de 1936, allanaron la vivienda doce milicianos de la Patrulla de Control número 11, de Pueblo Nuevo, que radicaba en la calle Pedro IV nº 166, realizando un concienzudo registro, descubriendo algunos objetos religiosos que fueron profanados y robados. Detuvieron al Dr. Irurita, a Marcos Goñi, a Antonio y Francisco Tort, a Mercedes, hija de Antonio, y a las HH. María Torres y Montserrat Sabanes. Primero se los llevaron al comité de San Adrián, del que pasaron al central de San Gervasio y finalmente a la checa de San Elías. Todo ello en el plazo de cuarenta y ocho horas que mediaron entre la detención domiciliaria y el fusilamiento de los cuatro varones.
El Doctor Irurita fue asesinado en el cementerio de Montcada y Reixach, la noche del 3 al 4 de diciembre de 1936, a los 60 años.
“Ahora, sobre todo, se necesitan obispos que vean a Jesús, sacerdotes que vean a Jesús, maestros que vean a Jesús. Hora es ya de que caigamos en la cuenta de que con Jesús lo tenemos todo y sin Jesús no tenemos nada. Yo quisiera que sacarais este fruto. Con Jesús lo tengo todo, con Él soy suficientemente sabio, rico, feliz. Tengo a Jesús, lo poseo, le amo; lo demás nada hay que me interese (…). Hacen falta ahora católicos y católicos de profundas convicciones, de voluntad decidida, de fortaleza ejemplar, valientes y dispuestos a padecerlo todo, a sacrificarlo todo, la bolsa, la nómina, la carrera, si es preciso. Peor esos hombres solo los tendremos cuando mueran todas las cosas, cuando mueran a sí mismos para vivir la vida de Jesús”.
Estas palabras fueron pronunciadas por el Doctor Irurita en el mes de julio de 1935. Las recoge César Alcalá en un artículo sobre el tema publicado en el nº 78 de la revista digital Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica.
El serial de La Vanguardia
La primera entrega (28-XI-2006) la titula Josep María Sòria “Franco rechazó el canje de Irurita”. El autor de los artículos afirma que en los archivos secretos del Vaticano hay cartas de octubre de 1937, es decir, diez meses después del presunto fusilamiento, en las que Franco y la Santa Sede negociaban la liberación de Irurita con las autoridades republicanas por presos del otro bando.
El segundo artículo (29-XI-2006) se enreda en base a un manuscrito de un miliciano anarquista conocido por Josep… ¡habla de un rumor que corrió y que creó malestar entre los milicianos!
En el tercer día (30-XI-2006) el canónigo Mosén Josep Aragonés dice que, teniendo 12 años –ahora tiene 80- lo vio, junto a seis personas más y lo reconoció. Rechazaba el sacerdote que pudiera tratarse de una aparición.
Finalmente, el 1 de diciembre el título ya terminaba de manejar la conciencia del que pacientemente hubiera resistido las tres entregas anteriores: “Una ambigua prueba del ADN”. Y subtitula “Los análisis del cadáver del obispo Irurita son concluyentes, pero no determinantes”.
Finalmente, el 1 de diciembre el título ya terminaba de manejar la conciencia del que pacientemente hubiera resistido las tres entregas anteriores: “Una ambigua prueba del ADN”. Y subtitula “Los análisis del cadáver del obispo Irurita son concluyentes, pero no determinantes”.
En fin, la cruzada particular que alberga las páginas de La Vanguardia no es nueva. Ya el 9 de enero de 2000 publicaba otro artículo titulado El misterio del obispo Irurita. En esa ocasión era Josep Playá Mases el que organizaba el artículo para seguir sembrando dudas y más dudas. Entonces se pudo leer: “Se exhumó una vieja polémica sobre el momento de la muerte del obispo y si realmente era un mártir de la guerra civil o había sido asesinado después de acabar esta”.
En manos de la Santa Sede
Todo lo publicado durante cuatro exasperantes días, hace que se desequilibre la autoridad moral de una posible opinión cuando no enfrente otros argumentos iguales o más válidos que lo suyos. ¿Por qué silenciar tantos otros?
A misteriosas apariciones tras la guerra, (¿es que se fugó el Señor Obispo a algún paraíso y ellos saben dónde está o estuvo?) se suma un diario de una anarquista con rumores, y papiros encontrados en archivos secretos al más puro estilo de los Da Vinci y compañía…
1.- ¿Qué pasa con el testimonio de mucha gente que vio el cadáver del Doctor Irurita en el cementerio de Montcada y Reixach? ¿Qué pasa con el testimonio de la hija de Antonio Tort? ¿Acaso vale más la declaración del canónigo Aragonés?
2.- Por qué no se cita a Mosén Eusebio Vidal, capellán de la prisión de Lérida y que, en el año 1955, escribió: “En mi labor apostólica con los presos, uno de ellos tuvo conmigo la confidencia de manifestarme que estuvo en el fusilamiento del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Barcelona, Dr. Irurita, y que mientras estaba ene l paredón aguantando la descarga, habló a los allí presentes en esta forma: “Os bendigo a todos los que estáis en mi presencia, así como también bendigo a las balas que me ocasionarán la muerte, ya que serán las llaves que me abrirán las puertas del Cielo”.
3.- ¿Y el informe del vicario general, José Morera, que en el año 1943, ratificaba la autenticidad de los restos mortales del Señor Obispo? Su informe ratificaba que el vestido del cadáver pertenecía, sin duda, al obispo y que su complexión y físico, así como el análisis de sus dientes, se correspondían con los del obispo.
4.- Dígase que no se entendía con el Cardenal Vidal y Barraquer, parangón del catalanismo frente a un obispo navarro. Porque tal vez lo que puede parecer como un inconveniente, a lo mejor es positivo para la santidad del Doctor Irurita.
5.- Dígase que tampoco se entendió con el Presidente Luis Companys y Jover, al que tuvo que padecer Irurita. A Companys le acompaña, se quiera o no, la responsabilidad política y personal directa en la represión en Cataluña durante la Guerra Civil, represión que no solo no desconocía y permitía, sino que apoyó con sus medidas legislativas y de gobierno.
6.- Y si el Doctor Irurita no murió cuando se ha dicho y tampoco fueron sus asesinos aquellos a quienes se les ha atribuido el crimen, qué quieren hacernos creer que el Señor Obispo murió después de la toma de Barcelona y que, claro está, los autores de su muerte fueron otros que quisieron vengarse de sus ideas políticas…
¡Ya conocemos de sobra las tesis partidistas y sesgadas del benedictino de Montserrat, Hilari Raguer! Ofrezcan claridad y en lugar de opiniones surrealistas, traigan afirmaciones veras: ¿qué es esa figuración de que Irurita fue objeto de intercambio secreto entre los republicanos y el gobierno de Franco? ¡Sean objetivos, por Dios! Difundan las mil y una anécdotas que se cuentan durante los años de pontificado del Doctor Irurita que certifican de sobra su santidad y los deseos de imitar a Jesús, Buen Pastor.
Para terminar
Resulta que a principios de los 70 descolgaron el apellido del obispo, de la placa de la calle que recordaba a Irurita. Y pasó de ser Carrer del Bisbe Irurita a Carrer del bisbe, nombre actual. Dicha calle va desde la Plaça de la Seu a la Plaça Sant Jaime, y en esa pequeña calle se sitúa a un lado la Catedral y al otro el Obispado y la Generalitat. He querido titular así este artículo: Carrer del Bisbe Irurita. Lo he querido hacer para reivindicar su verdadero nombre…, pero en realidad no hace falta, porque bastantes páginas de Internet, muy poco sospechosas de integrismo católico, me regalan la vista situando todavía en los parámetros descritos el Carrer Bisbe Irurita… ¡que no se entere el Tripartit!, o comprará el dominio…
Y que dicen esos calumniadores? ¿Que los milicianos además de asesinos, ladrones, violadores eran corruptos? jajaja. Que poco originales para hacer el mal.
ResponderEliminarSegún ellos Irurita les pagó un millón de pesetas y siguió con vida durante años después. Todo patrañas.
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