jueves, 14 de abril de 2011

La velación de la cruz y las imágenes.



Desde el pasado domingo, domingo V de Cuaresma, los crucifijos y cruces de las iglesias se cubren hasta el final del Viernes Santo, cuando se celebra la Pasión del Señor. En concreto, hasta el momento en el que el diácono o el sacerdote proclama tres veces, mientras descubre la Cruz: ECCE LIGNVM CRVCIS IN QVO SALVS MVNDI PEPENDIT (He aquí el leño de la Cruz, en la que colgó la Salvación del mundo). Dicha ceremonia, y la propia oración, no tendría sentido si la cruz no hubiera estado velada previamente. El resto de las imágenes siguen veladas hasta el comienzo de la Vigilia Pascual.

Crucifijos, cruces e imágenes se cubren durante estas dos semanas a ejemplo de N. S .Jesucristo, que durante este tiempo permaneció oculto a la gente, además de porque su divinidad se mantuvo oculta durante su Pasión y muerte. En consecuencia, además de las cruces y crucifijos, el resto de las imágenes también se cubren, pues no sería propio que permanecieran descubiertas estando tapado el crucifijo. Como dice el Evangelio, "el discípulo no está por encima de su Maestro, ni el criado por encima de su Amo" (Mat 10,24).

 

Además, la Iglesia misma permanece "en la oscuridad" hasta la Resurrección. Las imágenes de los santos son símbolos de la Iglesia triunfante, y aunque la Cruz se muestre el Viernes Santo, el misterio de por qué la Cruz es gloriosa no se revela hasta que la gloria de la Resurrección no llega a toda la Iglesia (militante, purgante y triunfante), iluminada por la luz de Cristo.
 

Los sacerdotes deberían recordar esta antigua costumbre (obligatoria antes de la reforma litúrgica de SS. Pablo VI, ahora aconsejable, pues no está abolida) y los fieles deberían animarles a mantenerla, si alguno ya no lo pusiera en práctica.

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