jueves, 13 de enero de 2011

Nuevo intento de manipulación de las palabras del Santo Padre



Ayer el Santo Padre habló del Purgatorio en la Audiencia de los miércoles, y nuevamente los enemigos de la Fe, y hasta enemigos dentro de la Santa Madre Iglesia intentaron ver en ellas la negación de la existencia del Purgatorio, nada más lejos de la realidad. Extraigo la reseña aparecida en la página de la Oficina de Información de la Santa Sede:

CIUDAD DEL VATICANO, 12 ENE 2011 (VIS).-Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 9.000 personas, a santa Catalina de Génova (1447-1510), autora de dos libros: “El tratado sobre el purgatorio” y “El diálogo entre el alma y el cuerpo”.

Catalina recibió en su hogar una buena educación cristiana. Se casó a los dieciséis años y su vida matrimonial no fue fácil. Al principio llevaba una existencia mundana que le causó un profundo sentido de vacío y amargura. Tras una particular experiencia espiritual, en la que ve con claridad sus miserias y defectos, al mismo tiempo que la bondad de Dios, nace la decisión de cambiar de vida e iniciar un camino de purificación y comunión mística con Dios. El lugar de su ascenso a las cimas de la mística fue el hospital de Pammatone, el más grande de Génova, del que fue directora.

“Desde su conversión hasta su muerte -observó el Papa- no hubo acontecimientos extraordinarios, pero dos elementos caracterizaron toda su existencia: por una parte la experiencia mística, la profunda unión con Dios, (...) y por otra, (...) el servicio al prójimo, sobre todo a los más necesitados y abandonados”.

“Nunca debemos olvidar -subrayó el Santo Padre- que cuanto más amamos a Dios y somos constantes en la oración, mas amaremos realmente a los que tenemos cerca, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del Señor, que ama sin límites ni distinciones”.

Benedicto XVI se refirió después a las obras de la santa, y recordó que “en su experiencia mística, Catalina no tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o las almas que se están purificando”. La santa no presenta el purgatorio “como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior. (...) No se parte del más allá para narrar los tormentos del purgatorio (...) e indicar después el camino para la purificación o la conversión, sino que se parte de la experiencia interior del ser humano en camino hacia la eternidad”.

Por eso, para Catalina “el alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de forma perfecta a ese amor mientras que el amor mismo de Dios (...) la purifica de las escorias de su pecado”.

En la mística genovesa se encuentra una imagen típica de Dioniso el Areopagita, explicó el Papa: la del hilo de oro que une el corazón humano a Dios. “Así el corazón humano -agregó el pontífice- se llena del amor de Dios que pasa a ser la única guía, el único motor de su existencia. Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de la luz resplandeciente de Dios”.

“Los santos, en su experiencia de unión con Dios -recalcó el Santo Padre- alcanzan un saber tan profundo sobre los misterios divinos en el que se compenetran el amor y el conocimiento, hasta el punto que sirven de ayuda a los teólogos en su dedicación al estudio”.

“Con su vida -concluyó el Papa-, Catalina nos enseña que cuanto más amamos a Dios y entramos en intimidad con El en la oración, tanto más El se nos revela y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el purgatorio, la santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que para nosotros representa una invitación a rezar por los difuntos para que lleguen a la visión beatífica de Dios en la comunión de los santos”.

“El servicio humilde, fiel y generoso que la santa prestó toda su vida en el hospital de Pammatone es, además, un ejemplo luminoso de caridad para todos y un estimulo particular para las mujeres que contribuyen con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacia los más pobres y necesitados, al bien de la Iglesia y de la sociedad”.

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